EL INTÉRPRETE ITALIANO RECIBE EL PREMIO A LA EXCELENCIA EN EL FESTIVAL DE LOCARNO
Sus interpretaciones son tan sublimes como las apariencias bajo las cuales esconde su verdadera personalidad: un actor de teatro. Toni Servillo, el más grande actor italiano en activo tras las desapariciones de Marcello, Gassman y Troisi, desaparece literalmente detrás de amigos de la familia, usureros, colaboradores colaterales de la mafia o primeros ministros italianos de dudosa moral. En Locarno, ha estado muy ocupado. Sobre todo por la inmisericorde lluvia.
Recibe a la prensa, a aprendices de actores y casi a esconddidas ha recibido el premio a la excelencia en una Piazza Grande anegada por la lluvia, que revisó «Las consecuencias del amor» bajo truenos y relámpagos y cero espectadores. Bienvenidos a Suiza. Entre la sabiduría desparramada por Servillo en Locarno: «Recuerdo de niño cuando iba a aquellos pequeños cines en los que echaban tres películas cada tarde. Generalmente, eran spaghetti-western, películas de «Godzilla» y comedias italianas. Para mí, en mi recuerdo, son catedrales del cine y no los multiplexes de ahora. Los niños éramos bienvenidos al cine, a veces no pagábamos y las señoras de los cuartos de baño eran muy pacientes con nuestras entradas y salidas. Más tarde, en casa, yo imitaba a los héroes del Oeste y hacía sustos cuando aparecían los monstruos. Mis tías se partían de risa. Creo que es cuando comencé a ser actor». Pero Toni Servillo es, ante todo, un actor de teatro: «lo descubrí en el instituto. Fue en Nápoles, donde ví en escena a todos los grandes actores napolitanos, una auténtica raza aparte. Poco a poco, fui haciendo del teatro mi profesión. En 1976 fundé una pequeña compañia en Caserta, que es donde vivo actualmente. Ahora, mi «pequeña» compañía viaja por todo el mundo y tiene una actividad internacional que nunca me atreví a soñar. En 1986 fundé Teatre Uniti, en la que me encuentro sumergido ahora. El cine es una felicidad aparte». El actor de «Gomorra» y «El Divo» no se pronuncia entre sus amores: cine y teatro son pasiones equivalentes. «Un actor moderno debe de estar preparado para responder a cualquier contingencia, teatral o cinematografica. Generalmente, el invierno lo dedico a la disciplina teatral, una práctica diaria que me mantiene en forma. Cuando la ocasión se presenta, me dedico a una película con todo el alma. Sobre todo si se trata de personajes fascinantes que han contribuído a la historia». Acerca del estado del cine: «no sólo en Italia sino en el mundo entero, el cine vive un momento muy dramático. El anuncio de la reducción de ayudas estatales es un verdadero desastre para la cultura. En Italia, se trata de una verdadera tragedia. El mundo intelectual va a alcanzar el nivel de encefalograma plano. No creo que hoy se pudiese rodar una pelicula como «Gomorra» o «El divo». Todos nos la jugamos. Para mí, la gran esperanza son todos esos jóvenes que comienzan con una pequeña cámara en la mano».