Un gran Arturo Fernández protagoniza «Alta seducción” en el teatro Amaya de Madrid

Arturo Fernández significa una vocación profesional. Y un prodigio. Con 89 años sigue interpretando, sin ningún resquicio, a un seductor. Aunque en «Alta seducción”, la obra escrita por María Manuela Reina que Arturo Fernández estrenó hace más de 20 años con un éxito notabilísimo, y con la que ahora cumple su segunda temporada en el teatro Amaya, de Madrid, su personaje, Gabriel, afirma con cierta dosis de fastidio: «¿Pero quién habrá inventado esto de los años?”.

A Arturo Fernández siempre le ha quedado el esmóking como a nadie. Con 30 años o con 89. Que aprenda James Bond. En «Alta seducción” hay cierta dosis de melancolía. En parte porque parece que Arturo Fernández ha recuperado esta obra para transmitir a los espectadores: Ya no se hace un teatro así. «Alta seducción” es un extraordinario homenaje a la alta comedia, un género en vías de extinción, y que, como en este caso, exige ser sublime sin interrupción. El diálogo es permanentemente ingenioso en medio de situaciones insólitas; los protagonistas son buenos actores y de una elegancia sublime, y hay una atmósfera de distinción que recorre desde la escenografía a la indumentaria de los intérpretes.

A Arturo Fernández hay quien lo ha llamado «el eterno seductor”. El calificativo, con ser cierto, contiene una importante dosis de reduccionismo. Porque Arturo Fernández ha interpretado papeles de todo tipo a lo largo de su prolongada carrera, y casi todos los ha hecho creíbles y de interés para el espectador. Por ejemplo, aquel tipo decididamente detestable de «El Crack 2”, la película de José Luis Garci: Un hombre sin escrúpulos vestido de esmóking en medio del cenagal con música de villancicos como fondo.

Por Arturo Fernández han pasado los años, claro, como por todos, pero han dejado intactas su energía y su voz. Es más, podría afirmarse que su voz es ahora más Arturo Fernández que nunca. «Alta seducción” es una comedia divertida, ingeniosa, que conecta directamente con el mejor teatro del género, no admite una lectura ideológica, pero se trata de una sensacional historia de amor en la que la tensión teatral no decae nunca. Carmen del Valle encarna al personaje de Trudy con talento, inteligencia, dotes de buena actriz, y con un cruce de piernas, como diría el protagonista, superlativo. Y durante la función suena mucho la música de «Casablanca”. El personaje de Gabriel dice: «Unas 20 veces habré visto yo Casablanca».

Tócala otra vez, Arturo.