El director galo trabaja por quinta vez con la actriz en la película presentada en el 11º Festival de Las Palmas de Gran Canaria

Benoît Jacquot quería trabajar una quinta vez con Isabelle Huppert y le buscó un papel. La actriz y el director, franceses los dos, y cómplices en el proceso de creación, se han unido en «Villa Amalia», adaptación de la novela homónima de Pascal Quignard donde Huppert interpreta a una mujer en pleno proceso de cambio, de huida, de transformación.

«Villa Amalia», cuyo estreno está previsto el próximo 23 de abril, se ha presentado este viernes 19 dentro de la sección oficial del 11º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria. Posteriormente, en la rueda de prensa ofrecida por su director, éste ha declarado que buscaba hacer cosas que antes no hubiera trabajado con la actriz. En este proceso de búsqueda, su amigo, el célebre escritor Pascal Quignard le dejó un ejemplar de «Villa Amalia» antes de que ésta saliera incluso a las librerías. De ahí extrajo Jacquot (París, 1947) el fragmento que más le interesaba, un proceso que el propio novelista no vio hasta estar terminado (Quignard es el guionista de la adaptación de su célebre novela «Todas las mañanas del mundo» –Alain Corneau, 1991-).
«Ella es más que una actriz, es más persona que personaje”, ha declarado Jacquot en referencia al método de trabajo de Huppert (París, 1953) , a quien además pidió en esta ocasión que leyera el guión y posteriormente lo olvidara. Se trataba, según detalla el realizador, de inventarlo todo en el rodaje de cada día.
«Villa Amalia» narra el proceso de una mujer que tras descubrir el engaño de su marido, emprende la huida y el abandono de todo su mundo (familia, trabajo, entorno). Una huida que le conduce geográficamente hasta la isla italiana del mismo nombre y, personalmente, quizá hacia ningún sitio, ya que como recordaba el director, «cuanto uno más se acerca al horizonte, más se aleja éste”. Anne es pianista, herramienta de la que se vale Jacquot para trabajar con la actriz la interpretación de las piezas que ella misma realiza en la película. Esto y la natación fueron las dos disciplinas que más duramente tuvo que preparar previamente la intérprete de otros títulos del cineasta como L’école de la chair (1998); Pas de scandale (1999) o La fausse suivante