La actriz y cantante conmueve y emociona en su concierto en el London 02 Arena
Dame Julie Andrews, 75 años el próximo octubre, creyó que su carrera musical -la que le convirtió en una estrella mundial en los años 50 del pasado siglo- había llegado a su final cuando una intervención quirúrgica en sus nódulos acabó en desastre. El macroespacio London 02 Arena fue el escenario en que la diva del cine y el teatro regresó para cantar en directo tras 30 años sin hacerlo.
Revestida en un refulgente vestido de noche metalizado y con su característico pelo corto, la protagonista de «Sonrisas y lágrimas» y «Mary Poppins» desgranó sus éxitos de siempre para locura de un público enfervorizado.
El concierto de ayer, un único show extraordinario, fue un éxito desde el comienzo. El público la recibió al salir al escenario con una prolongada ovación en pie. Nadie podía creer en su regreso, dado que en 1997 una desastrosa operación en sus cuerdas vocales la dejó incluso sin habla. Las células cancerígenas que los cirujanos hallaron, resultaron ser benignas. Tras una carrera de ensueño que se ha prolongado durante seis décadas, dame Andrews saludó al entregado público diciendo: «No querría ahora mismo estar en otro sitio del mundo más que sobre este escenario y con ustedes».
Su voz de soprano angelical sigue intacta, aunque cantó en tonos más graves. Y con humor, comunicó a la audiencia: «Todavía puedo cantar de aquella manera «Old Man River»». La primera mitad del concierto estuvo dedicada a piezas ya clásicas de Rodgers y Hammerstein, incluyendo aplaudidísimas versiones de «El rey y yo»,»Carrusel» y «South Pacific». En el escenario estuvo acompañada de un coro de cinco jóvenes, que cantaban los fragmentos más difíciles (y abordaban las notas más altas), mientras la actriz de «Chitty Chitty Bang Bang» les miraba complacida.
En la segunda mitad, dame Julie Andres leyó una narración con acompañamiento musical del cuento infantil «Simeon’s Gift» («El regalo de Simeón»), que ella coescribió con su hija, Emma Walton Hamilton, habida de su primer matrimonio con el productor y diseñador de producción Tony Walton. Irónicamente, no incluyó en su repertorio de ayer piezas inmortales de «Mary Poppins», la niñera que le valió el Oscar, y «My Fair Lady», que representó en los años 50 en Broadway, pero que en su versión en el cine fue sustituída por la delicada Audrey Hepburn, como Eliza Doolittle.
En la London 02 Arena no quedó un ojo seco, cuando dame Andrews se despidió cantando una pieza de «Sonrisas y lágrimas», en la que fue la novicia María, enamorada del barón von Trapp (Christopher Plummer), padre de las criaturas para las que operaba de niñera. «Edelweiss», cuyo nombre proviene de la flor alpina, fue la despedida de la leyenda viviente. En el film, la cantaba con el soberbio barítono que el octogenario Plummer (que pronto estrena «La última estación», junto a dame Helen Mirren) todavía es.
Nacida Julia Elizabeth Wells del matrimonio artístico de un actor, Tom Wells, y una pianista, Barbara Wells, contrajo su segundo y definitivo matrimonio con el director Blake Edwards en 1969. El la dirigió en numerosos títulos. En «Victor, Victoria» le rindió un admirado homenaje al retratar a una cantante que se hace pasar por un hombre que se hace pasar por una mujer en una revista de cabaret, capaz de romper copas de cristal de Bohemia con sus agudas notas vocales. La actriz ha ido frenando su carrera, aunque este verano la podremos «oir» en la tercera y última entrega de «Shrek», en el rol de la comprensiva reina.
En el cine, últimamente sólo dona su preciosa voz. En el futuro, la volveremos a oir en otra de animación, «Despicable Me», de Pierre Coffin y Chris Renaud, junto a un puñado de dotadísimos cómicos norteamericanos: Steve Carell, Jason Segel, Will Arnett y Russell Brand, entre otros. Y también, en «Flanimals», la adaptación que el cómico creador de «La Oficina», Ricky Gervais, prepara de su libro infantil. En conversaciones, la segunda parte de «Enchanted», el divertidísimo vehículo para la pelirroja Amy Adams. Julie Andrews, contra todo pronóstico, tiene cuerda para rato.