Juan Mayorga, dramaturgo, filósofo, matemático, miembro de la Real Academia de la Lengua y Premio Princesa de Asturias de las Letras (2022), el más destacado autor español de los últimos lustros, escribió durante el confinamiento “La colección”, una de sus piezas más complejas, de las que exigen mayor esfuerzo intelectual al lector y, al mismo tiempo, una de las más hermosas obras en la ya impresionante producción dramática de este autor. “La colección” se estrenará el 14 de marzo en el Teatro de La Abadía de Madrid, donde permanecerá en cartel hasta el 21 de abril. El montaje, que dirige el propio Mayorga, como ha hecho con otras muchas obras suyas, cuenta con un reparto de lujo, que linda con la excelencia: José Sacristán y Ana Marzoa.

José Sacristán reitera con este trabajo su amor al teatro, al que se ha dedicado ininterrumpidamente en los últimos lustros. Desde 2018 ha ido por los escenarios de España de éxito en éxito con la impresionante y sobrecogedora versión teatral de la novela de Miguel Delibes “Señora de rojo sobre fondo gris”. Y Ana Marzoa es una veterana colosal. Queda en la memoria su extraordinario trabajo en “Perdidos en Yonkers” (1992), en el madrileño Teatro Fígaro, como familiar de esos niños desamparados en un mundo hostil, obra en la que el autor, Neil Simon, hablaba de la historia de su familia. O, algunos años antes, en aquel sensacional estreno de “La Dorotea”.

“La colección” trata sobre la herencia, pero su subsuelo lo recorren otro considerable número de interesantes lecturas. Pepe Viyuela, en el prólogo de “El Mago”, otra destacada obra de Mayorga, subraya: “En “El Mago” también está presente Zygmunt Bauman y su idea de la nostalgia por las vidas no vividas, las identidades no exploradas y las sendas que nunca nos atrevimos a seguir”. Todo esto aparece también en “La colección”, donde el tiempo adquiere un valor importante, aunque con un matiz distinto al que le imprimió Priestley en “La herida del tiempo”. En “La colección” dice Héctor, uno de los cuatro personajes: “El tiempo que nos quede. Podríamos vivir como las otras parejas, el tiempo que nos quede”. Y la nostalgia, sí, de la vida no vivida: “No me importa que te hayas acostado con otros por conseguir una obra. No tengo celos de ellos. Es de la colección de la que tengo celos. Teníamos tanto amor, ¿cómo pudimos entregárselo a unos objetos? Es perverso, el amor a las cosas es diabólico”.

Juan Mayorga más que en otras piezas, ha hecho en “La colección” teatro/teatro, teatro que se parece a la vida, pero que reclama con firmeza su condición de teatro, con personajes que hablan no como la gente de la calle, sino como personajes de teatro, porque esta obra exige aquella complicidad a la que un día se refirió Jorge Luis Borges: “El teatro es el arte en el que alguien finge lo que no es, y hay otro, que es el espectador, que finge que se lo cree”. Y en la trastienda de “La colección” hay hondas reflexiones sobre el teatro enmascaradas en otras cuestiones. Afirma Héctor: “Si una obra es importante, sabe cosas que su autor desconoce. El autor cree que hace la obra, pero la obra solo la hace el tiempo. Goya decía: “El tiempo también pinta”. Y más directamente: “Un escritor vivirá algo parecido: descubre que tiene que cambiar de sitio una palabra, o añadir una y rechazar otra. A veces, el escritor tiene que rechazar su mejor frase”. “La colección” cumple puntualmente con uno de los preceptos de Mayorga, que varias veces ha mencionado: que el teatro consiste en extender el campo de lo visible. “La colección”, tan distinta a otras piezas del autor, es, sin embargo, una obra muy Mayorga. El texto, que será publicado en breve, casi con total seguridad que habrá sido retocado por Mayorga desde aquel primer libreto ultimado durante la pandemia, porque este autor reescribe permanentemente sus obras en una casi obsesiva búsqueda de la palabra más exacta y hermosa.

“La colección” es una pieza inquietante, maravillosa y, a veces, asfixiante. Tiene ecos del teatro del absurdo, y también jardielescos, pero, ya está dicho, es muy Mayorga. Hay mayor dosis de pesimismo y de sentido crítico que en otras piezas del autor. Dice Héctor: “Ella me protege de un mundo entregado al dinero, la velocidad y los espejos, eso es lo que fascina a todos y a lo que todos aspiran. Esta época no es para los sabios, es para los astutos”. Juan Mayorga, decíamos.