La Semana Internacional de Cine de Valladolid ha estrenado «La naranja prohibida», que rememora como fue el estreno de la película de Stanley Kubrick «La naranja mecánica» en la primavera de 1975 en la Seminci, cuando la película era una de las más prohibidas en aquella España franquista.

Hace cuatro años, el 26 de octubre de 2017, publiqué en La Butaca de las webs de los diarios regionales de Vocento el siguiente reportaje, sobre el estreno en Valladolid primero y en Madrid después, de la película de Kubrick. Por su interés reproduzco a continuación aquel reportaje.

Boquerini

En 1975 la Semana Internacional de Cine de Valladolid se celebraba en abril. Faltaban aun siete meses para la muerte de Franco y el cine sufría una feroz censura. Entre las películas prohibidas se encontraba ‘La naranja mecánica’. En muchos casos el cine prohibido tenía una rendija de exhibición a través de los Festivales de Cine y el director de la Seminci, por entonces Carmelo Romero pensó que la mítica película de Stanley Kubrick podría verse en el Festival, aprovechando que el certamen había ampliado su enunciado del de ‘cine religioso’ al de ‘cine religioso y valores humanos’. Y qué otra película más representativa entonces de los valores humanos que el filme que Kubrick había dirigido en 1971 a partir de la novela homónima de Anthony Burgess.

Protagonizada por Malcolm McDowell, Patrick Magee y Michael Bates, la cinta era una fábula futurista, una metáfora de la evolución del ser humano, una advertencia de futuro, una parábola post-industrial… Una banda de jóvenes siembra el terror por dónde pasa, riega las calles de sangre y practican un desmedido culto a la violencia indiscriminada: Brutales agresiones a vagabundos, asaltos a domicilios ajenos, violaciones… Una noche los cuatro integrantes de la banda, liderados por Álex, deciden asaltar un solitario chalet ocupado por un matrimonio. Simulando un accidente, Alex logra que le abran la puerta y el grupo entra arrasándolo todo. Golpea hasta dejar paralítico al dueño de la casa y violan salvajemente a su mujer hasta matarla. Sin embargo, la Policía, advertida, logra atrapar a Alex. En la prisión es sometido a una terapia experimental de aversión a la violencia, para la que no se escatiman métodos que, en definitiva, evocan la violencia que ha regido la vida del joven. La sola mención de violencia le hace enfermar, las provocaciones eróticas le causan vómitos. Conmutada la pena de prisión, queda en libertad y supuestamente regenerado. Se incorpora a su antigua vida, que ahora se le presenta carente de sentido. Se siente desplazado e indefenso en una sociedad que no acepta a los débiles, convertido en un estrepitoso fracaso, tratado de nuevo como un inadaptado social. Su antigua banda sigue igual que antes y uno de ellos es ahora Policía pudiendo ejercer la misma violencia desde la legalidad. Alex intenta suicidarse, siendo salvado y recuperado por esa misma sociedad, que le devuelve a su primitiva condición, eliminando el monstruo que ha creado.

El estreno de la película en Valladolid fue mucho más complicado de lo que se pensaba. Hubo que iniciar negociaciones a dos bandas, por un lado con la Junta de Censura y por otro con el propio Stanley Kubrick, que controlaba al milímetro la exhibición de sus películas y que no quería que se proyectase en un Festival de Cine Religioso. La censura, que testaba la exhibición de películas ‘problemáticas’ en Festivales observando la reacción del público para posteriormente autorizar o no su distribución española, acabó aceptando el estreno en el Festival, pero con Kubrick fue otro cantar. El cineasta pidió a la Warner que no se mandase ninguna copia a Valladolid. Comenzaron unas arduas negociaciones. El Norte de Castilla ha recordado aquellos hechos. Carmelo Romero explicaba: «Escribí una carta para que la llevara un amigo en la que aseguraba a Kubrick que ‘La naranja mecánica’ se proyectaría en la Universidad, lo que al parecer sí era de su agrado, y con las condiciones de imagen y sonido que él considerara oportunas. Mentimos como bellacos, pero al final accedió, a cambio de una serie detallada de instrucciones que, claro, no cumplimos».

Finalmente la película se proyecta en la XX edición de la Seminci en el desaparecido cine Coca, entonces sede del certamen, en sesión de gala la noche del 23 de abril de 1975, el día de los Comuneros que años después daría origen a la Fiesta Oficial de Castilla y León. Pero aun quedaba algún sobresalto. El diario vallisoletano recordaba cómo a mitad de la proyección entró un policía en la sala preguntando por el director de la Seminci, ya que se había recibido un aviso de bomba que obligaba a detener la proyección y evacuar a la gente. Al final, no se hizo y los espectadores pudieron ver hasta el final ‘La naranja mecánica’. Al día siguiente se proyecta para el público general en el Cine Carrión. Las colas para comprar una entrada daban la vuelta a la manzana del cine desde muchas horas antes. Así, en aquella Seminci del 75 junto al estreno de ‘Primera plana’ de Billy Wilder o un maravilloso ciclo de Robert Bresson, con el cineasta francés presente en Valladolid, ‘La naranja mecánica’ se estrena en España y acaba siendo autorizada por la censura.

La autorización llega en junio de 1975, solo para proyección en salas ‘especiales’ o de ‘arte y ensayo’, de no más de 800 butacas, en ciudades de más de 100.000 habitantes y únicamente en versión original subtitulada. Finalmente llega a las pantallas españolas la segunda semana de noviembre de 1975. Faltaba una para la muerte de Franco. En Madrid lo hace en el desaparecido cine Cid Campeador, una enorme sala de más de mil localidades, que se transforma en sala especial para la ocasión. Pese a las colas para ver la película, no se pueden vender más de 800 entradas por sesión. Generalmente esta el cine semivacío y en el centro, las 800 personas que han podido comprar la entrada todas agrupadas en un reducido número de filas.

La película iba precedida del inevitable Nodo y a la segunda semana de exhibición se produce entre los espectadores una magia cómplice de lo que estaba por llegar: tras la muerte de Franco el Nodo dedica un monográfico a la vida de Franco. Además de las consabidas inauguraciones de pantanos, le mostraba en la Guerra Civil, con su ejército arrasando campos y ciudades republicanas, acompañado de música clásica, entre ella la Novena Sinfonía de Beethoven. Después llegaba ‘La naranja mecánica’ con las famosas imágenes de la reeducación de Álex en la que se le obligaba a contemplar imágenes de la destrucción de la Segunda Guerra Mundial… ¡con el acompañamiento de la Novena Sinfonía de Beethoven! Los espectadores daban codazos a su desconocido vecino de la butaca de al lado, perplejos de lo que estaban viendo, para acabar en una monumental carcajada, como catarsis liberadora, no prevista por Kubrick, que terminaba destruyendo las mordazas franquistas.

Hoy ‘La naranja mecánica’ está considerada como la primera película moderna de la historia y como el filme de culto que más ha influido a cineastas posteriores.