SILVIA PINAL

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    Silvia Pinal nació en Guaymas, Sonora (México) el 12 de septiembre de 1931. Su padre fue militar de profesión, aunque ejerció también el periodismo y se metió en política con el Partido Revolucionario Institucional, del que su hija llegaría a ser diputada. Pinal fue sobre todo autodidacta ya que sus estudios no fueron ni muy extensos ni muy profundos pero, según sus biógrafos, puso corazón y cabeza en todo lo que salió a buscar o le ofrecieron. Debutó en el teatro como actriz de reparto, en programas de radio y fue llamada en 1948 para su primera película, Bamba, una experiencia dura según su propia confesión.
    La labor de Pinal abarca todos los campos: el teatro, la televisión, de la que fue pionera en su país, y el cine, que ha sido el medio para el que más ha trabajado y más éxitos le ha reportado. Ha participado en 85 películas en casi 50 años de profesión. Crítica consigo misma: «es posible que hubiera podido hacer más obras de calidad, mantener un nivel más parejo en mis películas. Quizá por mis ganas de trabajar mucho y también por necesidades económicas… no haya elegido bien todos mis papeles, haya aceptado algunos trabajos que no debía haber aceptado”. Ha trabajado no sólo en México, donde desarrolló la mayor parte de su filmografía, sino también en Europa y Latinoamérica. Desde 1948 hasta 1955 lo hizo en su país trabajando en todo y con todos (melodramas, comedias, musicales e intérpretes como Cantinflas, Tin Tan, Fernando Soler, Ernesto Alonso, Katy Jurado, Arturo de Córdoba, Jorge Mistral…)
    En los años 50 y 60 Silvia Pinal se convirtió en todo un referente de la cinematografía mexicana, sobre todo por las películas dirigidas por Tulio Demicheli, director argentino de buen olfato comercial, autor de comedias y melodramas en los que destaca la belleza de la Pinal, «la expresión más interesante y excitante del sexy femenino en el cine mexicano” con películas como «Un extraño en la escalera» (1954). Con esta película fue en donde se revela con todos sus matices la plenitud, gracia y sensualidad de la naciente estrella. Pinal filma varias de sus mejores cintas en los años cincuentas, entre ellas «Pecado mortal» (1954), junto a Gloria Marín; «Historia de un abrigo de mink» (1954), cinta episódica que contaba con otras divas como Irasema Dilián, Maria Elena Marques y Columba Domínguez; «La sospechosa» (1954), con Miguel Torrúco; «Cabo de hornos» (1955), al lado de Jorge Mistral; «El inocente» (1955), popular comedia, al lado de Pedro Infante y Sara García; «Locura Pasional» (1955), nuevamente dirigida por el argentino Demicheli y que le reportaría su primer Ariel como mejor actriz. El segundo le llegaría gracias a su papel en «La dulce enemiga» (1957) de André-Paul Antoine y dirigida por el chileno Tito Davison. Otros títulos importantes fueron «Una cita de amor» (1956), de Emilio Fernández; «Préstame tu cuerpo» (1957) y «Desnúdate Lucrecia» (1956)

    Después del éxito logrado en México, Silvia filma una serie de títulos en España como «Las locuras de Bárbara» (1959), «Charleston» (1959), «Maribel y la extraña familia» (1960) y la comedia musical «¡Adiós Mimí Pompón!», junto a Fernando Fernán Gómez (1961). En Italia, Silvia trabaja en la cinta «Uomini e Nobiluomini», al lado de Vittorio de Sica.
    En 1958, mientras Silvia participaba en la obra teatral «Ring, Ring llama el amor» en México, recibe una oferta para trabajar en Hollywood de la mano del representante de Judy Holliday, pero Silvia rechazó cortar de tajo su carrera en México.

    Silvia lograra la consagración internacional a través de una trilogía de películas que marca el final de la etapa mexicana del cineasta español Luis Buñuel. Silvia tuvo su primer contacto con Buñuel a través del actor mexicano Ernesto Alonso, con la firme intención de protagonizar la versión cinematográfica de la novela «Tristana», de Benito Pérez Galdós. Sin embargo, el poco éxito comercial de las películas de Buñuel, impidieron que los productores financiaran el proyectó, que terminó por derrumbarse (Buñuel filmó la película años después en España con Catherine Deneuve).

    Años después, Silvia, con ayuda de su segundo marido, el productor Gustavo Alatriste, buscaron a Buñuel en España y lo convencieron para filmar «Viridiana» (1961). Este, sin duda, es su filme más famoso. Estuvo co-protagonizado por Francisco Rabal y Fernando Rey, y logró la Palma de Oro del Festival de Cannes. A pesar del éxito y prestigio del que goza la película, en su momento, fue rechazada por la censura franquista y por El Vaticano, acusándola de blasfema. El gobierno español ordenó su destrucción. Solo la intervención de Silvia, quien huyo con una copia a México, salvó a la película. Considerada como un compendio de todo Buñuel, «Viridiana» es una de las grandes obras de referencia en la historia del cine. A Silvia Pinal este personaje le resultó difícil e incluso llegó a decir que «para mí Viridiana no era el personaje idóneo”, sin embargo resultó un reto y su contención, la sugerencia de la mirada, la acumulación de gestos y el impuesto sacrificio de sus registros desarrollados en las comedias anteriores hacen del tratamiento del personaje de la novicia un notable trabajo.
    Su segunda cinta con Buñuel fue «El ángel exterminador» (1962). Atrapados en una mansión, estos «náufragos” (se iba a titular «Los náufragos de la calle Providencia») tienen en el cuadro de «La Balsa de la Medusa» de Gericault su fuente de inspiración más cercana y en la desbordada imaginación de Buñuel la vestimenta intelectual de unos personajes cuyos comportamientos, dentro del salón de la casa, están dictados por la libre asociación de ideas. Para Pinal, una más entre el reparto coral, «fue una filmación tremenda, agotadora, problemática, porque éramos veintidós actores y no había comunicación con él. Él tenía todo en la cabeza, tenía la película editada desde antes de empezarla, y después, cuando la ves, ves que es muy Buñuel, pero en el rodaje nadie entendía nada de lo que hacíamos”.

    Su tercer y último proyecto con Buñuel fue «Simón del desierto» (1964). La cinta, presentada erróneamente como un mediometraje, fue concebida originalmente para ser una película episódica. Silvia y Gustavo Alatriste buscaron a Federico Fellini para dirigir un segundo episodio, pero Fellini aceptó con la condición de que lo protagonizara su esposa, Giulietta Masina. Se busco entonces a Jules Dassin, quién de igual forma aceptó con la condición de que fuera estelarizada por su esposa Melina Merkouri. Silvia rechazó igualmente esta petición. La idea era que Silvia protagonizara todos los episodios de la cinta, por lo que el proyecto terminó filmandose únicamente con Buñuel.
    Silvia también estuvo a punto de protagonizar con Buñuel el filme «Diario de una camarera», en Francia. Silvia aprendió francés y estaba dispuesta a no cobrar nada por su participación. Sin embargo, los productores franceses terminaron por elegir a Jeanne Moreau. Aun así, Silvia Pinal (junto a Lilia Prado), es la actriz con quien más trabajó Buñuel, con un total de tres cintas clásicas. Silvia también iba a filmar con Buñuel en España «Divinas palabras», pero hubo problemas con los derechos de autor. Años después, Silvia finalmente pudo realizarla en México con otro director.

    Después de sus trabajos con Buñuel, Silvia regresa al cine mexicano con «Buenas noches, Año Nuevo» (1965), con Ricardo Montalban. Eventualmente filma la comedia de humor negro «Los cuervos están de luto», de Francisco del Villar (1965). En 1967 protagoniza «La soldadera», ópera prima de José Bolaños, y participa en la co-producción franco-italiana «Los cañones de San Sebastián» (1968), junto al mítico Anthony Quinn. En 1969 Silvia filma «Shark» (1969), con Burt Reynolds, única cinta de Hollywood en la que Silvia apareció. Silvia alcanzó un enorme éxito de taquilla con la cinta «María Isabel» (1968), basada en una popular historieta de Yolanda Vargas Dulché. También trabajo con el director Luis Alcoriza en uno de los capítulos de «Juego peligroso», rodada en Brasil en 1968.
    A finales de los sesentas Silvia Pinal protagonizó cintas cómicas junto a figuras como Joaquín Cordero, Julio Alemán, Mauricio Garcés y Enrique Rambal, bajo la batuta del director René Cardona. Su único filme rescatable en la década de los setenta seria la polémica cinta «Divinas palabras» (1977), junto a Mario Almada y dirigida por Juan Ibáñez, cinta donde realiza un desnudo integral. En los años ochentas, filma algunas cintas en España y Argentina. En México sus últimos trabajos en el rubro son «Modelo antiguo» (1992) y «Ya no los hacen como antes» (2003). En 2013 Pinal regresa al cine con una aparición especial en la cinta «Tercera Llamada».

    En teatro, Silvia hizo su debut en trabajos experimentales, para luego trabajar en el Teatro Ideal de la Ciudad de México, en la compañía de la actriz española Isabelita Blanch, dirigida por Rafael Banquells. Debuto con la obra «Un sueño de cristal». Eventualmente participa en la obra «Celos del aire», con Manolo Fábregas y Carmen Montejo (1950). Eventualmente, representó a Doña Inés en «Don Juan Tenorio», al lado de Jorge Mistral. Eventualmente, Silvia participa en «El cuadrante de la soledad», de José Revueltas, con decorados del pintor Diego Rivera, quien la inmortalizó en un cuadro. En 1954, Silvia participa en la obra «La Sed», de Henri Bernstein y William Sieligman con Ernesto Alonso y el actor argentino Pedro López Lagar. En 1957, Silvia escenificó en Chile la obra «Desnúdate Lucrecia», al lado de Jorge Mistral, que había protagonizado en el cine en México.
    Desde los años 50, Silvia mostró un gran interés por el teatro del género musical. Fue la responsable de producir en México la primera obra musical «Ring, Ring llama el amor», en 1958. En 1962 realiza la versión mexicana del musical «Irma la dulce», al lado de Julio Alemán. Uno de sus más recordados trabajos en la comedia musical, fue la versión mexicana de «Mame», exitoso musical de Broadway, que gracias a su éxito, Silvia montó en tres ocasiones (1976, 1982 y 1989). En 1976 también protagonizó el musical «Annie es un tiro». En los años ochentas, Silvia adquirió el Cine Estadio, ubicado en la Colonia Roma de la Ciudad de México, transformándolo en su propio recinto teatral, el Teatro Silvia Pinal, un espacio dedicado principlmente a la comedia musical y en el cual Silvia tuvo la libertad de montar sus propias producciones. Otras de sus obras más destacadas fueron «Plaza Suite» (1978), «Sueños de cristal» (1980), «La señorita de Tacna» (1985, basada en la obra de Mario Vargas Llosa), «Anna Karenina· (1986), «Leticia y Amoricia» (1991), «¡Hello Dolly!» (1996) y «Gypsy» (1998), protagonizada junto a su hija, la cantante Alejandra Guzmán.

    Como productora, fue la responsable de realizar las versiones mexicanas de los musicales «A Chorus Line» (1989), «Cats» (1991) y «La jaula de las locas» (1992). Desgraciadamente, diversos problemas le ocasionaron a la actriz la venta del Teatro Silvia Pinal, el cual dejo de funcionar en 2000 para convertirse en un templo religiosos. Silvia regresó al teatro en 2002 con el montaje «Debiera haber obispas», seguido de «Adorables enemigas «(2008) y «Amor, dolor y lo que traía puesto (2012). Silvia también era propietaria de otro recinto teatral en la Ciudad de México», el Teatro Diego Rivera. En 2014, este teatro se convirtió en el Nuevo Teatro Silvia Pinal.
    Silvia incursiono en la televisión desde su aparición en México, a principios de los años cincuentas. En 1952, participó en un programa de concursos televisivos y otros programas de variedades. En 1968 Silvia hace su debut en las telenovelas con «Los caudillos», y logra un gran éxito con la revista «Silvia y Enrique» (un programa cómico-musical al lado de su entonces esposo, el cantante y actor Enrique Guzmán, que se mantuvo hasta 1972). Silvia también se convirtió en productora de telenovelas, y en 1985 se convierte en productora y presentadora del exitoso programa «Mujer, casos de la vida real», que presentó temas de ayuda, enfocados a la mujer y la familia, que duró más de 20 años transmitiéndose en México y varios países de Latinoamérica, hasta su cancelación en 2007.

    Silvia incursionó en el mundo de la política a raíz de su cuarto matrimonio, con el político Tulio Hernández Gómez, quien fue gobernador del Estado de Tlaxcala. Entre 1981 y 1987, Silvia fue Primera Dama de dicho estado y se desarrolló como presidenta del DIF estatal. Eventualmente ella se convirtió en miembro del Partido Revolucionario Institucional y fue elegida para diputada federal, senadora y miembro de la Asamblea del Distrito Federal de México. En estas posiciones, ella jugó un papel activo hacia la cultura y las causas de las mujeres.
    Desde los años 50 del siglo XX, Silvia participó activamente en movimientos sindicales de los actores de su país. Fue parte de la planilla «Rosa Mexicano», fundada por Dolores del Río. Entre 1988 y 1995, Silvia se convirtió en dirigente de la Asociación Nacional de Intérpretes (A.N.D.I.) de México. En un intento por proteger a los actores de la tercera edad, se convirtió en fundadora de la Asociación Rafael Banquells A.C., encargada de brindar ayuda, no lucrativa a los interpretes. Como presidenta de la asociación, Silvia es la encargada de la entrega de los Premios Bravo a lo más destacado en música, cine, teatro, radio, televisión, doblaje y realización de comerciales, durante el año. Los premios se entregan anualmente, desde 1991.
    Silvia ha estado casada en cuatro ocasiones, y ha tenido cuatro hijos. Su primer matrimonio (1947-1952), fue con el actor y director Rafael Banquells. De la unión nació su primogénita, la también actriz Sylvia Pasquel. Poco tiempo después inició un romance con Emilio Azcárraga Milmo, ex-presidente de la cadena televisiva mexicana Televisa, que culminaría al cabo de tres años. En 1961 contrajo segundas nupcias con el empresario Gustavo Alatriste; fruto de esta relación nació su segunda hija, la también actriz Viridiana Alatriste, en 1963. La relación terminó en divorcio en 1967. Viridiana murió trágicamente en 1982 en un accidente automovilístico en la Ciudad de México. Silvia también estuvo casada (1967-1976) con el cantante y actor Enrique Guzmán, 11 años menor que ella, y con el cual tuvo dos hijos: la cantante de rock Alejandra Guzmán y al músico Luis Enrique Guzmán. Su último matrimonio (1982-1995) fue con el político, y entonces gobernador del estado de Tlaxcala Tulio Hernández Gómez, de quien se separó en 1995. Cuando su hija Alejandra Guzmán se lanzó como cantante en 1989, dedicó una polémica canción a su madre titulada «Bye mamá». En 2008 le fue concedido a la actriz un Ariel de Oro, máximo galardón del cine mexicano, en reconocimiento a su trayectoria.