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Sinopsis
Londres, 1596. Tras su victoria los españoles en Cádiz, Robert Deveraux (Errol Flynn), conde de Essex, regresa a Inglaterra, recibiendo el clamor del pueblo y de muchas damas de la corte, como Lady Penelope Gray (Olivia de Havilland), la camarera de la reina. En el palacio de Whitehall, la reina Isabel I (Bette Davis), espera recibir a su amado. Ni siquiera sus detractores, los ambiciosos y celosos consejeros de la Corona, se atreven a menospreciar su triunfo. Pero cuando la reina recibe a Essex en sus aposentos, a pesar de estar enamorada de él, en vez de felicitarle le reprende por haber permitido que los españoles hundieran su flota con los tesoros, mientras él tomaba Cádiz para acrecentar su gloria personal. Isabel I da carácter oficial a su reprobación otorgando a Sir Walter Raleigh (Vincent Price), un antiguo enemigo de Essex, un importante cargo en el gobierno y nombra a lord Charles Howard (Guy Bellis) comandante del ejército y de la armada, sustituyendo a lord Essex. Éste acepta la decisión real pero la considera un insulto personal, retirándose a su castillo de Wanstead. Su amigo y consejero Francis Bacon (Donald Crisp) le aconseja que regrese a Londres, alegando que sus enemigos, encabezados por Raleigh, conspiran para conseguir su exclusión permanente del consejo real. Essex mantiene firme su decisión hasta que la reina Isabel le manda sus excusas y una petición personal para que vuelva a Londres. En Irlanda, sir William Bagenal ha muerto al frente de su ejército al ser derrotado por el rebelde Hugh O’Neill, conde de Tyrone (Alan Hale), que acaudilla a su pueblo frente a la dominación inglesa. Cuando la noticia de esta derrota llega a la corte de Londres, Isabel I nombra a Essex jefe de armamento y suministros de guerra, un cargo que le impedirá dirigir una expedición a Irlanda para derrotar a Tyrone, pero en las intenciones de la reina está preservar la vida de su amado. En la reunión del consejo real inducen a Essex a jactarse de que puede derrotar a Tyrone y la desconsolada reina no puede hacer nada para impedir que vaya, al frente de un ejército, a enfrentarse con él. Francis Bacon se une a una conspiración para enemistar a la reina con Essex y consigue que lady Penelope, retenga la correspondencia entre los reales amantes. Aunque Tyrone derrota a Essex, el pueblo celebra su regreso a Inglaterra, y desconocedor que sus peticiones de hombres y suministros no han llegado a la reina, cree haber sido traicionada por ésta y organiza una rebelión para apartarla del trono y se apodera del Palacio de Whitehall. Isabel no ofrece resistencia pero busca una reconciliación con su amante. Desarmado por esta capitulación, Essex ordena que se retiren sus tropas, lo que aprovecha la reina para detener y encarcelar a Essex, acusándole de traición. Isabel le persona la vida, pero Essex rechaza su generosidad exigiéndole compartir el trono tener el control absoluto sobre Inglaterra, a lo que la reina se niega. Cuando se hace evidente que la reina no puede salvarle la vida, Isabel llora mientras Essex se encamina desde sus habitaciones hasta el patíbulo.