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Sinopsis
Dos vagabundos, Pierre (Paul Frankeur), anciano, con barba y Jean (Laurent Terzieff), más joven e inquieto, hacen el Camino de Santiago o Vía Láctea a pie en nuestra época, pero en realidad se ven sumidos en una peregrinación iniciática por las diferentes herejías cristológicas que han tenido lugar a lo largo de la Historia. Primero se encuentran con un personaje envuelto en una capa, luego con un niño que porta las marcas de la Pasión y un chófer bastante fanático que les echa del coche por haber utilizado el nombre de Dios en vano. Poco después el relato entra en la época de Prisciliano (Jean-Claude Carrière), personaje que nuestros protagonistas se topan en un bosque hablando latín e incitando a sus discípulos a “humillar el cuerpo” en una orgía carnal. En un restaurante de Tours el maître certifica con sus palabras la existencia de Dios poco antes de que haga su aparición, en un espacio diferente, el marqués de Sade para negar el axioma. Luego vemos al mismísimo Jesucristo (que ya había aparecido en un flashback inicial representando a un joven Pierre) bromeando en las bodas de Canaán, poco antes de que Jean se imagine a unos anarquistas fusilando al Papa. Pasamos entonces a una escena inquisitorial en la que un joven dominico denuncia lo absurdo de las muertes religiosas, sean de la confesión que sean. Luego de la aparición esporádica de un demonio que regala a Pierre los zapatos de un muerto entramos en un convento de religiosas jansenistas a mediados del siglo XVIII en cuyo jardín se enfrentarán en duelo un jesuita y un jansenista sazonado con algunas bromas que se cuelan entre los argumentos sectarios que esgrimen uno y otro. Ya en España los protagonistas se cruzan en el camino con dos estudiantes que gritan consignas heterodoxas contra la cremación de un obispo hereje y luego se disfrazan de cazadores huyendo de los tricornios en la Venta del Llopo. Poco antes, a uno de ellos se le aparece la Virgen para darle un rosario. En la venta, durante la noche, se suceden los episodios marianos narrados por el cura en las habitaciones de los estudiantes. Una vez en Santiago de Compostela los dos vagabundos se encuentran con la prostituta que les había anunciado el hombre de la capa al comienzo de su viaje y, ya al final, es Jesucristo el que cierra el relato curando (o no, el final es abierto) a una pareja de ciegos.