Intérpretes
Sinopsis
Dave sufrió de pequeño un hecho humillante, ante un grupo de niños y niñas, que ha marcado toda la vida desde entonces. Pasado el tiempo, y ya adulto, Dave (Adam Sandler), sufre un malentendido que se sale de control a bordo de un avión. Dave que es un tranquilo y tímido hombre de negocios que diseña ropa para gatos gordos, es acusado injustamente de un crimen menor y obligado por la juez Daniels (Lynne Thigpen) a asistir a la terapia del Doctor Buddy Rydell (Jack Nicholon), curiosamente su compañero de asiento en el avión, cuya consulta está repleta de personas excéntricas, iracundas e inestables, y en donde debe someterse a un programa de control de la ira, si no quiere ir a la cárcel. La terapia abrasiva y poco ortodoxa de Buddy se basa en la confrontación y Dave se siente desconcertado por ella. Entonces, tras otro contratiempo, se enfrasca en conflictos que, uno tras otro, lo vuelven a llevar ante la misma Juez que lo sigue percibiendo como un verdadero riesgo para la sociedad. Por todo ello, la juez Daniels ordena a Dave avanzar en la terapia o dará con sus huesos en la cárcel. Así que Buddy para dedicar a Dave todo su tiempo y para ayudarle a derrotar a sus demonios interiores, se traslada a vivir a la casa de Dave. Buddy pretende darle un tratamiento intensivo para hacerle ver la verdad: carga sobre su inconsciente con el invisible peso de la ira contenida, y para curarlo el extravagante psiquiatra le conducirá por locuaces caminos (tan insólitos como el propio Buddy), cuya terapia incluye un tranquilizante sonido gutural y hasta cantar «I feel pretty» del musical «Amor sin barreras». Además, le seguirá a su trabajo y enamorara a su novia Linda (Marisa Tomei). El propio Buddy no tiene conflictos interiores ya que desarrolla la terapia a cada momento, lo que incluye hacer comentarios lascivos de la novia de Dave y acosar a Dave para confrontar cada leve contratiempo, pasado o presente. Pero al final Buddy va demasiado lejos y Dave debe decidir entre aislarse en su caparazón, enfrentarse al constante acoso