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Sinopsis
Robinson Crusoe (Daniel O`Herlihy) es un joven rebelde que a los 19 años se hace a la mar para escapar al futuro que sus padres le han diseñado: abogado. Se convierte en tripulante de un barco que se dedica al tráfico de esclavos, que naufraga. Todos los compañeros de Robinson mueren. Crusoe es el único superviviente, que va a parar a una isla desierta. Allí excava una cueva y y va montando en torno suyo una vivienda y almacén. Para no perder el sentido del tiempo, inventa un calendario: una cruz de madera en la que va haciendo una muesca cada día. Con paciencia, va desarrollando múltiples talentos y actividades: aprende a criar cabras, crear utensilios con barro, piedra y madera y hasta adopta a un loro. Le acompaña un único libro: la Biblia. Con sus necesidades cubiertas por la naturaleza y su ingenio, Crusoe se da a la lectura y agradece a Dios que le haya salvado. Se pasa 28 años construyendo una casa y luchando por mantenerse cuerdo. Su soledad, sin embargo, no es eterna. Un día, sin dejarse ver, sorprende a unos visitantes que acuden a la isla: se trata de unos indios que llevan prisioneros a otros indios, con la intención de sacrificarlos y comérselos. De primeras, Robinson juzga que los caníbales merecen la muerte, pero después le entran dudas: si no conocen la Revelación, probablemente no sepan que la antropofagia es un pecado grave. Crusoe decide, eso sí, liberar un prisionero, un indio al que llama Viernes (Jaime Fernández) por el día en que lo encontró, y al que educa a su gusto: le enseña la lengua inglesa y el cristianismo y disfruta del agradecimiento del salvaje, que es feliz cumpliendo todos sus deseos. Tiempo después, los caníbales regresan a la isla a celebrar uno de sus banquetes.