Lindsay Lohan podría ir a la cárcel y Naomi Campbell, ante el Tribunal de La Haya

Lindsay Lohan es menuda, pelirroja, de ojos clarísimos, talento contrastado y una carrera futura brillante como actriz y compositora. Pero su accidentado paso por Cannes, sin película ni nada que promocionar, el alegado robo de su pasaporte y un probable encarcelamiento por desobedecer a la jueza Marsha Revel puede acabar definitivamente con ella.

Sus horrendos males de amores, adicciones varias, caidas en publico bien fotografiadas -debidas por el uso de tacones de vertigo y estar permanentemente rayada- y carrera a la deriva, la han convertido en un prematuro juguete roto. Sus facciones se han hinchado, ha parecido un cadáver andante, ha provocado accidentes peligrosos al volante estando con subidón, la foto de su detención con la mirada desorbitada fue filtrada convenientemente y ha perdido varios contratos para películas. Los productores no la consideran fiable. El último, el director y guionista David Michaels, que la expulsó del proyecto de «The Other Side». Y si Robert Downey jr. y Courtney Love pudieron con sus vicios, Lohan parece perdida, abusada y probablemente, con sus huesos en la cárcel.

Tras posar con Paris Hilton en la sala V.I.P. de la fiesta del 150 aniversario de Chopard -con deprimente concierto de Lionel Ritchie- y besar el pavimento del puerto cannois tras salir perjudicada de una orgía a bordo de un yate, Lohan no asistió el pasado jueves en Los Angeles a una comparecencia obligatoria ante el juez. Una falta muy grave. Revel la ha condenado de momento al pago de una multa de 100.000 dólares. Es sabido que la actriz se declaró en bancarrota y ha sido acusada de quedarse con joyas prestadas, cuando no de robar relojos de lujo en fiestas de amigos. El abogado de la actriz aseguró que Lohan no había podido viajar por haberle sido hurtado el pasaporte en Cannes.

La paranoica dama -en sus delirantes e-mailes- alega que su padre Michael Lohan -un timador frecuentemente encarcelado y carne de cañon de reality shows- envió a algun sicario a cometer el hurto. Se estima que si el juez lo decide así, Lindsay Lohan podría ser detenida, esposada y encarceada, nada más aterrizar en LAX, el aeropuerto de Los Angeles.

Y otra que tal baila: la turbulenta modelo Naomi Campbell, presente en las más exclusivas fiestas en Cannes de la mano de su último novio, elbillonario ruso con el que pdoría casarse, podría acabar declarando ante el tribunal de Derechos Humanos de la Haya, por haber aceptado «diamantes de sangre» de manos del dictador de Liberia, Charles Taylor, manifiesto genocida en uno de los países más pobres del mundo. La irascible maniquí ya demostró los nervios que el tema le produce, cuando abandonó airada una entrevista para la televisión norteamericana ante una pregunta respecto del tema. Mientras abandponaba el plató, le aplicó una colleja al sorprendido cámara.

Los hechos se remontan a 1997, cuando Nelson Mandela ofreció un banquete caritativo. Taylor asistió y Campbell, también. Aunque ella alega que ni siquiera le conoce, la actriz Mia Farrow -que será también llamada a testificar- tomó una famosa fotografía de ambos juntos. Primero, Campbell lo negó todo. Más tarde, dijo haber entregado los diamantes a una entidad caritativa, que más tarde negó haber recibido dinero alguno de la diva de las pasarelas.

Pero un testigo más peligroso que Farrow acaba de emerger: la manager de Naomi hasta 2.007, Carol White. Ella estuvo presente en la cena en la que Taylor le anunció a la maniquí que más tarde, gente de su entorno se acercaría a su habitación a entregarle un recado. White recuerda que tres hombres llegaron a medianoche y le entregaron a Campbell media docena de diamantes en bruto. White añadió el descontento de la diosa de ébano por el hecho de no estar pulidos.

Taylor es perseguido por el tribunal de sede holandesa por crímenes contra la humanidad, mutilaciones y genocidio. Taylor utilizó diamantes excavados en Sierra Leona para enriquecerse y crear su organización Revolutionary United Front, responsable del asesinato de miles de compatriotas. Taylor fue detenido cuando intentaba abandonar su país en 2006 llevándose millones de dólares encima. El dictador ha rechazado los once cargos elevados en La Haya ante él y ha definido la historia con Campbell como «completo sinsentido».

Enjoyada como siempre y con su ruso, Naomi Campbell decoró la alfombra roja de Cannes la noche de la proyección de gala para «Biutiful», de Alejandro González Iñárritu, a la mayor gloria de Javier Bardem. De su retiro exclusivo en el Eden Roc, de Cap d’Antibes, la ruta hacia La Haya puede ser tan movida como los servicios de limpieza que tuvo que cumplir en Nueva York por perder los nervios y abusar de sus empleados. Y finalmente, otro agitador, Sean Penn, protagonista con Naomi Watts de «Fair Game», de Doug Liman, se negó a viajar a Cannes para apoyar el film en competición alegando que «estoy en Washington con mejores cosas que hacer». Penn se propone estar en el Senado preguntando activamente por las ayudas a Haití, donde él personalmente reparte agua entre los huérfanos y enfermos.

En otro orden de cosas y mostrando el reverso de la moneda, Penélope Cruz está organizando en Cannes una tómbola benéfica, con ayuda de Watts, para subastar vestidos de lujo de alfombras rojas y galas de Oscares, también para ayudar a las víctimas haitianas. Cruz -en la portada de la suntuosa revista- es la editora del número de mayo de VOGUE Francia. Con ella, siempre Watts y Bono, sus amigos más fieles. Por su parte, Javier Bardem prosigue su lucha de ayuda a los sub-saharianos y ha firmado una carta de apoyo al juez Baltasar Garzón. Y es que cada cual entiende la caridad de forma diferente.