SE ESPECIALIZÓ EN PERSONAJES DE VILLANO, SOBRE TODO EN SPAGHETTI-WESTERN

Ha muerto el actor español Aldo Sambrell (Alfredo Sánchez Brell), el malo en cientos de películas del Oeste. Un interprete que trabajó junto a Clint Eastwood, Sean Connery, Charles Bronson o Rachel Welch y fue íntimo de Sergio Leone. Su filmografía recoge más de 200 largometrajes, la mayoría spaghetti-westerns donde se especializó en papeles de villano.

Alfredo Sánchez Brell, el verdadero nombre de este actor madrileño, falleció a los 79 años el pasado sábado, día 10, en el Hospital Universitario de Alicante, donde llevaba varias semanas ingresado. Sambrell pasará a la historia de la cinefilia por sus cerca de 200 largometrajes, casi todos del Oeste, y en la mayoría ejerciendo el papel de «malo de la película».
El actor fue portada en la revista especializada ‘Wildest westerns’ y compartió escenas y emociones fuertes con todos los grandes del género, desde Eastwood a Bronson pasando por Yul Brinner, Sean Connery, Eli Wallach, Raquel Welch o Jackie Chan. Estaba casado con la también actriz Cándida López Cano, de nombre artístico Candice Key.
Aldo Sambrell estudió arte dramático en Suecia y volvió a España, donde paradójicamente triunfó antes en el fútbol profesional (Rayo Vallecano) que en los teatros. Su nombre artístico se lo inventó como una reducción de su nombre completo. «Me pareció que sonaba bonito y muy italiano; quizás por eso luego lo hayan transcrito muchas veces como Sambrelli. Hoy la familia me sigue llamando Alfredo, pero entre los amigos ya me quedé con lo de Aldo», dijo en una ocasión.
Ex futbolista en México y en el Rayo Vallecano, entre otros equipos, Aldo conservó durante décadas un pequeño despacho en la Gran Vía madrileña, repleto de recuerdos profesionales. Pero su fotografía predilecta no provenía del celuloide: era el bautizo de su primer hijo, para el que su gran amigo Sergio Leone -el director de «Por un puñado de dólares», «La muerte tenía un precio» o «El bueno, el feo y el malo» – ejerció de padrino.
La «maldita guerra», como la definió, fue lo que le llevó a cruzar al otro lado del océano. Fue en las salas Numancia y Goya donde comenzó su afición por el cine. «Si eras un poco pillo y no te levantabas durante el Cara al sol, podías quedarte a la segunda sesión. Allí empecé a ver westerns. Me volvían loco tipos como James Cagner», aseguraba.
Fue una profesora de Arte Dramático que tuvo en Puebla la que le dijo que tenía cara de malo. «Sacaba partido de aquellas facetas en las que podía defenderme. Yo sólo hago aquello en lo que creo, las cosas donde sé que soy más o menos bueno. Por eso jugaba, interpretaba y cantaba, claro», decía entonces.
En los años 70, este artista creó su propia productora e incluso dirigió sus propias creaciones. En los años 90 Sambrell recibió el 14º Premio Internazionale Fontana di Roma, porque aunque era un actor poco conocido en su patria, su trabajo fue muy conocido en Estados Unidos y el resto de Europa.
El actor fallecido recordaba que también había muerto «de cien maneras diferentes ante la cámara, y para eso hay que meterse en el personaje; asumir su actitud, su mirada. Para mirar tienes que interiorizar el personaje, convertirte en él, ser así».
Sambrell siguió trabajando hasta hace escasos años, en películas como «Aquí llega Condemor» o en televisión, donde participó en episodios de series como «El comisario».