Ha fallecido este 2 de febreero Monica Vitti, una de las grandes actrices europeas de la segunda mitad del siglo XX, a los 90 años. Misteriosa, elegante, bellísima y con una profunda voz, Vitti tuvo una prolífica carrera en que hizo de todo: desde obras teatrales a cine de culto con Antonioni, de quien fue su musa, pero también divertidas comedias y dirigió su propia película, «Escándalo secreto» (1990). Hacía dos décadas que estaba alejada de los focos a causa de un tipo de alzheimer. Su última aparición pública fue hace 19 años, en el estreno teatral italiano de «Notre Dame de Paris».

Nacida en Roma en 1931 como Maria Luisa Ceciarelli, Vitti debutó en teatro con apenas catorce años. Descubrió su pasión por las artes escénicas durante la Segunda Guerra Mundial, cuando organizaba espectáculos caseros con marionetas para distraer a sus hermanos del estruendo de las bombas. Con 20 años se matriculó la Academia de Arte Dramático de su maestro Silvio d’Amico. De las primeras cosas que hizo fue cambiar su nombre –acortando el apellido de su madre, Vittiglia– porque Cecciarelli era demasiado difícil de pronunciar. El de Monica, simplemente, le sonaba bien-. Pronto despuntó como actriz de teatro, y su versatilidad la hizo brillar en obras clásicas de Molière y Shakespeare.

Su talento llamó la atención de Michelangelo Antonioni, quien la llamó por primera vez para doblar el personaje de Dorian Gray en «El grito» (1957). Con él comenzó una profunda relación profesional y sentimental. El director vanguardista la convirtió en su musa para la trilogía de «La aventura» (1960), «La noche» (1961) y «El eclipse» (1962), unas películas que adentraron a Antonioni al panteón del cine mundial. Monica Vitti adquirió aquí una gran notoriedad internacional y, al recoger el León de Oro por «El desierto rojo» (1964), el director reconoció el extraordinario mérito de su actriz.

Después, Vitti se convirtió en una de las protagonistas de la comedia all’ italiana, donde era capaz de hasta hacer sombra a gigantes como Alberti Sordi, Ugo Tognazzi, Vittorio Gassman o Nino Manfredi. Particularmente en «La ragazza con la pistola» (1968), un aplaudido film de Mario Monicelli o «Amor mío, ayúdame» (1969), de Sordi. En 1974 protagonizó «El fantasma de la libertad», de Luis Buñuel.

A lo largo de su carrera obtuvo numerosos premios. Entre ellos, un León de Oro por su carrera en Venecia, un Oso de plata e la Berlinale, una Concha de Plata en San Sebastián y cinco David di Donatello a mejor actriz en Italia.

Vitti también sufrió importantes reveses, como cuando un incendio destruyó todos sus recuerdos de su casa en Roma mientras ella estaba en Turín. O en 1988, cuando la enterraron prematuramente. Fue el rotativo francés Le Monde quien publicó en su primera edición que se había quitado la vida. Una llamada alertó al periódico, minutos antes del cierre, que se había suicidado en su apartamento romano con barbitúricos. Después de la polémica por la noticia no contrastada, Le Monde aseguró que el error había servido para que la actriz entendiera el cariño de su público, algo que la mayoría de estrellas nunca pueden llegar a comprobar.

“Actriz de gran ironía y de extraordinario talento, conquistó generaciones de italianos con su espíritu, su talento y su belleza”, ha valorado el primer ministro italiano, Mario Draghi, al dar el pésame a su marido, Roberto Russo. Vitti mantuvo una relación sentimental durante diez años con Antonioni pero no se casó hasta el 2000 con el realizador Roberto Russo, después de 20 años de vida en común. Fue el mismo Russo quien anunció en el 2011 que Vitti sufría alzheimer desde hacía quince años. El cine italiano está hoy de luto.