Franco Mannino.
Temas musicales: «Berecuse», de Frédéric Chopin, interpretado por Franco Mannino, al pianoforte; Walzer», de Frédéric Chopin, interpretado por Franco Mannino al pianoforte; «Marcha turca», de Wolfgang Amadeus Mozart, interpretado por Franco Mannino al pianoforte; «Giochi d’acqua a Villa d’Este», de Franz Liszt, interpretado por Franco Mannino al pianoforte; y «Che farò senza Euridice», de la ópera «Orfeo ed Euridice», de Christoph Willibald, interpretado por Benedetta Pecchioli (mezzo soprano) y Franco Mannino (piano).
Intérpretes
Premios
Premios David di Donatello de la Academia de Cine Italiano: David di Donatello a la Mejor Música.
Sinopsis
Una pareja en la Roma de finales del siglo XIX: Tullio (Giancarlo Giannini) ha abandonado a su mujer Giuliana (Laura Antonelli) para llevar una existencia de hombre libre, colocándose por encima de cualquier actitud moral. Tullio, que por esta razón ha dejado de tener relaciones conyugales con su mujer, se sirve de ella para sus confidencias, incluso amorosas, convirtiéndola así en una amiga o en una hermana, sin advertir que Giuliana le ama y sufre por la situación. De esta manera, Giuliana se ve obligada a asistir, a través de las confidencias de su marido, a participar en el último amor de Tullio por una mujer experta y bellísima, la condesa Teresa Raffo (Jennifer O’Neill). Pero un día Giuliana conoce a un joven escritor, Filippo D’Arborio (Marc Porel) y Tullio comienza a sentirse transformado y a perder su serenidad. Al principio, éste reprocha a su mujer la situación y ello provoca que renazca en él una encendida pasión que había perdido por ella. Sin embargo es demasiado tarde. Por su madre (Rina Morelli) se entera que Giuliana está embarazada. La pareja seguirá unida si bien Tullio rehusará al futuro niño de su mujer, pero ésta se niega a abortar. Será entonces cuando las pasiones de Tullio salten a flor de piel de forma tormentosa y no reparará en medios para lograr que el futuro niño, el inocente del título, no se interponga en sus planes. Su odio se va alimentando día tras día y cuando nace el hijo de su mujer, Tullio ya ha tomado una decisión irrevocable: matar al recién nacido. Así, el día de Navidad, Tullio no acude a la Misa del Gallo con los demás para tener la oportunidad de quedarse solo en casa. Saca al niño de su cuna, abre la ventana de par en par, extiende sus brazos y expone al niño al frío de la noche invernal. El pequeño enferma, muriendo a los pocos días. La única que sabe quien ha sido el culpable de esa muerte es Giuliana, que, aunque no se lo cuenta a nadie, grita su odio desesperado a Tullio, confesándole que ya no le quiere y diciéndole que ha decidido marcharse. Tullio regresa con Teresa Raffo a la que le cuenta lo sucedido, no en busca de su absolución, sino para confirmar su superioridad frente al mundo y no permitir ser juzgado por la justicia de los hombres. Teresa le escucha con pena y compasión avisándole que llegará un día en que no será capaz de detenerse. Para demostrar que él es el único que puede matar, Tullio coge una pistola y apuntándose aprieta el gatillo cayendo muerto.