AMADOR (2010)

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    Titulo original: Amador
    Año: 2010
    País: España
    Duración: 110 min.
    Dirección: Fernando León de Aranoa
    Guión: Fernando León de Aranoa
    Música: Lucio Godoy

    Intérpretes

    Magali Solier, Celso Bugallo, Pietro Sibille, Sonia Almarcha, Fanny de Castro, Manolo Solo, Priscilla Delgado, Juan Alberto de Burgos y Christian Sampedro

    Sinopsis

    Marcela (Magaly Solier) es una mujer joven en apuros económicos, inmigrante de un indeterminado país latinoamericano. Casada con un compatriota que se dedica a robar flores, almacenarlas en un frigorífico, organizarlas en pequeños ramilletes, perfumarlas para que parezcan recién cortadas y, con un equipo de chicas jóvenes, venderlas por terrazas y pubs. Marcela está embarazada, pero no se lo dice a nadie, ni siquiera a su marido Nelson (Pietro Sibille). Para colmo la nevera empieza a fallar. Necesitan una nueva para conservar las flores, pero son muy caras. Marcela encontrará un trabajo durante el verano cuidando de Amador (Celso Bugallo), un anciano postrado en cama, en ausencia de su familia, que se ha ido de vacaciones. Cree ver así sus problemas resueltos. Su relación con Amador al principio es tensa. El anciano se muestra huraño y no hace otra cosa que armar puzzles desde la cama. Pero poco a poco las cosas parecen mejorar, aunque no por mucho tiempo, ya que a los pocos días Amador muere, dejando a Marcela en una difícil situación. Su fallecimiento le deja sin trabajo, y eso es algo que ella no se puede permitir. Decide no comunicar la muerte a nadie y seguir acudiendo todos los días a casa del anciano. Como si fuesen las flores con las que trabaja su marido, perfuma constantemente el cadáver y ventila la habitación para que el olor no delate al muerto. Incluso compra un ventilador para airear el cuerpo, oculto bajo una sábana en su cama. Pero hay dos cosas con las que no contaba. Por un lado un vecino entrometido que se queja del mal olor que hay en la casa. Y por otro una madura meretriz, Puri (Fanny de Castro) que acudía todos los jueves por la tarde a casa de Amador. Y que lo sigue haciendo. En ella encontrará Marcela el primer apoyo a su acción. Y además le ayudará a maquillar el cadáver. Pero los días pasan, la familia de Amador está a punto de regresar y Marcela, que no ha contado lo ocurrido ni siquiera a su marido, tiene el futuro cada vez más negro. Enfrentada a un difícil dilema moral, Marcela va a demostrar que no siempre la muerte puede detener la vida.

    Comentario

    De nuevo Fernando León nos suministra una generosa ración de humanidad, aliñada con su toque de compasión en el mejor sentido de la palabra. Y no sólo a su quinto largo metraje no le sobra una coma sino que es tan apretado, tan certero y tan evocador que cada uno de los personajes reclama una historia completa. Tipos todos de una pieza, llenos de vida propia, cargados de arsenal humano, aunque –el título mismo lo dice- Amador constituye por encima de todos ellos el verdadero puente que, más para bien que para mal, conviene cruzar. Marcela tiene su mundo, lleno de adversidad, como lo tienen Puri, una superviviente disparatada, y Yolanda… cada cual, como todo hijo de vecino, con sus luces y sus sombras aunque de todos ellos sabe extraer el director un cierto toque de poesía. Busca León acercarnos a ellos sin demasiados maniqueísmos, ni falsas moralinas. Busca y efectivamente encuentra la complicidad del espectador, que se deja llevar por el encanto de la historia y por unos tantos a tener muy en cuenta: unos actores impecables, una fantástica puesta en escena, desde la fotografía, al afinado movimiento de la cámara y una imagen sugerente, estética y rozando la melancolía. Y como no se trata de hacer sangre ni tragedia, ahí quedan las impagables charlas entre Marcela y Puri que añaden a la película arrobas de realismo mágico, humor negro… y naturalmente el más crudo instinto de supervivencia. Queda al final un inquietante sabor agridulce porque “Amador” está cuajada de penas y angustias amarradas, eso sí, por su lado más ocurrente, el que da las ganas de seguir pa’lante con cierta dignidad. Sombría y gozosa.