La película que dirige Jérôme Salle es una intriga situada en una Sudáfrica todavía atormentada por el apartheid

«Zulu», cuarto largometraje para Jérôme Salle, que protafonizan Orlando Bloom y Forrest Whitaker, pone esta tarde el punto final al Festival de Cannes, después de que, a partir de las 19.30 horas se desvele el palmarés en la gala de clausura. Después de «El secreto de Anthony Zimmer» (2005) y el díptico «Largo Winch» (2008) y «Largo Winch: Conspiración en Birmania» (2010), el realizador francés Jérôme Salle presenta ahora policíaca ambientada en Sudáfrica.

«Zulu» presenta como, en una Sudáfrica todavía atormentada por el apartheid, una pareja de policías persigue al asesino de una joven adolescente. Desde los townships de Ciudad del Cabo hasta las lujosas residencias a orillas del mar, esta investigación transformará la vida de los dos hombres y les obligará a enfrentarse a sus propios demonios internos.

«Cada película debería ser un reto, tanto para el realizador como para los actores. Deberíamos asumir riesgos con cada proyecto, ponernos en peligro». Todo un reto para Jérôme Salle este proyecto, el más personal de todos, adptación de Zulu, la novela negra de Caryl Férey galardonada con siete premios. Deseoso de estar lo más cerca posible del espíritu de la novela, el director decide filmar en Cape Town, Sudáfrica. De los townships a las ciudades burguesas del litorar, este paisaje es el tercer personaje de un elenco internacional encabezado por Forest Whitaker y Orlando Bloom.

Más allá de lo policíaco, del thriller, la historia de estos dos policías que persiguen al asesino de una adolescente, milita por el «perdón», en oposición a la ola de las «revenge movies» estadounidenses y a la venganza, destacando lo absurdo de esta. Una temática que por demás hace eco a la historia de Sudáfrica, cuyo gobierno instauró, tras el fin del Apartheid, «comisiones para la verdad y la reconociliación» con el fin de permitir que los verdugos pidieran perdon a sus víctimas. Un proceso pacífico que ha sido imitado en otros países, tanto en África como en América Latina.

Junto a Julien Rappeneau, su guionista desde «Largo Winch», Jérôme Salle ha buscado ir más allá de la intriga policíaca para poner en escena un estudio sociopolítico a través de una película violenta, áspera y brusca, como la historia que ha marcado a esas personas. Para lograrlo, eligió decorados sencillos y realistas, planos de acción filmados cámara al hombro y un montaje meticuloso.