“Un obús en el corazón”, de Wajdi Mouaward, es un monólogo estremecedor, dulcemente hiriente para el espectador, porque se trata de buen teatro, de una extraordinaria función. Se estrenó con un enorme éxito en el otoño de 2014 en el teatro Alfil de Madrid. El montaje tuvo mucha vida, un gran recorrido: excelentes críticas. Ahora regresa, hasta el 27 de noviembre, a los teatros Luchana, con idéntico elenco: la protagoniza Hovik Keuchkerian y la dirige Santiago Sánchez. Wahab, el protagonista, ante el cadáver de su madre, recién fallecida, comprende que la guerra es el cáncer, el peor cáncer, que la guerra mata, poco a poco, lentamente, con mucho dolor, como murió su madre de cáncer en Líbano.


Hovik Keuchkerian es un actor de éxito. Fue nominado a los Goya por su interpretación en «Alacrán enamorado», película que hizo junto a Carlos Bardem, y ahora ha renovado ese éxito con su trabajo en la serie “La casa de papel”. Hovic Keuchkerian nació enBeirut de padre armenio y madre española, pero a los tres años lo trajeron a España huyendo de la guerra en Líbano. También es escritor: ha publicado varios libros de poesía. Pero, sobre todo, se siente boxeador. Hace 15 años se proclamó por dos veces campeón de España de los pesos pesados. Su trayectoria como púgil profesional es brillantísima: disputó 17 peleas y ganó 16, 15 de ellas por KO.

Sobre el ring se empleó con una contundencia tremenda, porque es un tipo enorme, de casi dos metros de altura y unas espaldas de armario. En un combate protestó al árbitro porque consideró que el rival era muy inferior a él y de continuar la pelea podía dañarlo de gravedad. Y cuando llegaba a casa escribía poemas. En uno, dice: “No valgo para quererme/y en mis odios me amo”.

Hovick es un decidido defensor del boxeo. Tuvo un gimnasio de boxeo hasta hace unos años en el barrio de Hortaleza, de Madrid, y se hicieron famosas sus charlas sobre este deporte, que impartía durante las mañanas de los sábados. Y no admite que se considere al boxeo como una actividad que deja a sus héroes con la memoria partida, la lengua de trapo y la vida rota. No le valen ejemplos. Ni el suicidio de Urtain, ni la ruina vital de Poli Díaz o de Perico Fernández en sus últimos tiempos. Algunos días bajaba al Sur de Madrid a tomar café con Poli Díaz, «El Potro de Vallecas», al que considera “un maestro y un tipo con un corazón de oro”. Poli Díaz últimamente ha comenzado a rehacer su vida. Hovic no admite críticas hacia Perico Fernández –ya fallecido-, del que recuerda que en su momento fue una personalidad para toda España, un país que vivió con indignación a principios de los 70 aquella pelea que robaron a Perico frente a Muansuring. De todo ello habla antes de salir al escenario con la platea del teatro llena de público. Hay algún leve rastro de los golpes recibidos en su cara. Poli Díaz, entre cerveza y cerveza, le sigue recordando a Hovic: “Yo pegaba hostias como tranvías”. Para Hovik, el boxeo es un arte, como el teatro, al que ahora regresa con la sensacional “Un obús en el corazón”. Teatro/teatro.