UNA OBRA DE ARIEL DORFMAN QUE CUESTIONA LA CAPACIDAD DEL PERDÓN Y EL PESO DE LA CULPA

«Imagínate la persona que más daño te ha hecho en la vida; imagínate que tienes a esa persona a tu merced; le puedes dar el pase para que se reencarne, se redima o se olvide de todo eso. Pero imaginemos que esa persona es a la que tú más daño has hecho. Enciérralo en una habitación y tienes Purgatorio», dice Ariel Dorfman. Según el autor chileno, «hace mucho tiempo me imaginaba la idea de un par de personajes en el más allá, enfrentándose unos a otros. Me daba vueltas un más allá en el que se interrogaban dos personas, pero que la persona interrogada desconocía la identidad del otro. Además, me hacía la pregunta acerca de la vida posterior de Medea; me interesaba mucho ese personaje, la mujer que mata a sus hijos con tanta furia que termina quemándose como un mito en la memoria de la humanidad. Cuando empecé a escribir «Purgatorio», sólo tenía un hombre y una mujer…. Sabía cómo hablaban, se movían, se miraban: sus ritmos íntimos, pero de repente me di cuenta de quiénes eran y desde ahí pude ir armando algunas ahí, preguntas fundamentales: ¿Es posible la redención?. ¿El amor sobrevive a la tragedia…? ¿Cómo son las reglas del más allá? ¿Cómo se dobla y desdobla el tiempo en un lugar purgatorial?»
«Es difícil el perdón y la compasión verdadera», alega Ariel Dorfman, quien ha buscado con este montaje enfrentar a víctima y verdugo «en el más allá» o en los albores de la conciencia para entender «cómo superamos ese ciclo de odio y de rivalidad». «Esta obra revela un lento proceso de desenmascaramiento, de rasgar uno a uno los velos que nos separan de la verdad», señala este autor, quien tuvo que vivir en sus piel el odio y la necesidad de perdonar tras huir de su propio país.
Tanto los actores como el director de escena, Josep María Mestres, coinciden en la dificultad del texto escrito por Dorfman, al que salva la «naturalidad» y la «emoción» que imprimen los actores, quienes van desvelando sus miserias y «quitando las corazas» sobre las tablas del Teatro Español, explica Mestres. «Ésta es una historia de redención, de perdón, de romper las barreras. Uno de los principales atractivos que tiene el texto es el equilibrio entre intelecto y emoción, aquí es donde juega sus bazas más potentes», subraya Mestres. Este proyecto teatral de Viggo Mortensen había anunciado su estreno para finales de 2009, e incluía en el reparto a la actriz Ariadna Gil. Hubo un primer retraso y se postergó el estreno al 12 de febrero de 2010, esta vez con Emma Suárez como compañera de reparto. La salud de la madre del actor, sin embargo, llevó a Mortensen a suspender su participación y dejó de nuevo en el aire el montaje. El actor neoyorquino explicó entonces en un comunicado que lamentaba muchísimo tener que dejar la producción: «El intenso trabajo con el escritor, Ariel Dorfman, y con el director Josep Maria Mestres en el Teatro Español -dijo- ya ha durado casi un año. A pesar de los cambios y aplazamientos que han sido necesarios durante este último año siempre se había encontrado la manera de seguir adelante. Ahora, a causa del reciente empeoramiento del estado de salud de mi madre, no he podido volver a Madrid para ensayar, y no se podrá presentar esta obra el 12 de febrero como estaba previsto», dijo entonces Mortessen. Pero al final, a la tercera va la vencida y al actor se le puede ver en Las Naves del Español de Madrid, desde este 4 de noviembre al 18 de diciembre.