El musical se representa en el teatro Infanta Isabel de Madrid

«¿Hacemos un trío?» es un musical dignísimo, hecho con escasos medios, en el que sobresale la actuación de sus tres intérpretes: Marta Valverde, Alberto Vázquez y la colosal Natalia Millán. Hay buenas voces, gracia y cierto tono melancólico. El espectáculo se representa los viernes en el teatro Infanta Isabel de Madrid y anuncia una gira por España.

Los tres protagonistas se conocen desde hace años, son amigos, y más de una vez han trabajado juntos. Lo más destacado de este musical se da cuando los tres recuerdan su momento más especial sobre las tablas, los aplausos más inolvidables que han recibido en su carrera. Marta Valverde cuenta que debutó en un escenario a los 14 años, en «El diluvio que viene». Alberto Vázquez enfatiza en que durante una época de crisis personal y profesional, en la que se planteó la retirada, la insistencia de una amiga hizo que se presentara a un cásting para el musical «Mamma Mía», y gracias a una canción de Joan Manuel Serrat, maravillosamente interpretada -la canta aquí-, lo eligieron como primer protagonista de aquel espectáculo. Alberto Vázquez conserva su presencia de galán maduro, una voz impecable. Y Natalia Millán rememora su éxito en el musical «Chicago», que le valió para interpretar ese mismo personaje protagonista en la versión de «Chicago» que se estrenó en el ‘Follies Berger’ de París.
Natalia Millán es el principal soporte de «¿Hacemos un trío?». Se trata de una actriz llena de registros, completísima: Magnífica de voz cuando canta, inmensa para el baile, y muy acertada al colocar las frases en tono de comedia. Además, al día siguiente de su actuación en este musical actuaba en Andalucía como Menchu en la obra de Miguel Delibes «Cinco horas con Mario», en la que expresa en toda su plenitud el dramatismo y la angustia de un personaje dificilísimo y cuyo nivel interpretativo puso muy alto en su día Lola Herrera.
Los integrantes del trío expresan, sobretodo, un amor inmenso por el teatro, por la profesión de artista. Ese es el principal mensaje de un espectáculo, ya está dicho, hecho con esmero. Que no ha encontrado un productor. Los propios intérpretes corren con el riesgo de la empresa. Al final, recibieron el aplauso y el reconocimiento de todos.