Sir Ridley Scott explica su versión de la leyenda

No hay sombreros con plumas ni leotardos verdes, ni ricos asaltados para su posterior distribución del botín entre los pobres, ni hombres felices por los árboles portando un carcaj. Sir Ridley Scott, que tanto hizo por la moderna publicidad televisiva, las películas con luz azul («Blade Runner»), el cine feminista («Thelma y Louise») o los peplum («Gladiator»), le da una nueva vuelta de tuerca a una de las leyendas históricas más consistentes en los anales, literatura y cine, Robin Hood. Y lo hace de la mano de su actor favorito, un Russell Crowe más duro y curtido que nunca como el arquero liberador de Sherwood. La bravísima Cate Blanchett es su Marian, una chica guerrera.

El esquema de «robar a los ricos para dárselo a los pobres» pasa a un segundo plano y emerge la figura de un desilusionado veterano de guerra, que intenta devolverle la voz a su gente, hundida en la miseria. Regresa de batallar a los musulmanes en un frente remoto y violento. «Hemos querido contar la historia de cómo se forjó el mito y en ella, el destino juega el rol decisivo», asegura sir Ridley Scott, que ha coescrito el guión con el eficaz Brian Helgeland.

El exigente Scott pudo hasta rodar en los mismísimos bosques de Sherwood, escenario real de los asaltos del arquero y los suyos. Robin y sus hombres felices del bosque parecen menos preocupados por redistribuir las riquezas robadas muy ocupados por hacerle ver al rey Juan, apodado Sin Tierra, de que se ocupe más de las necesidades de su súbditos. Las escenas de batallas y duelos son magníficas. Hay una escena espectacular en la que se duplica el desembarco en las playas normandas de las tropas aliadas en el Día D y en la que Russell/Robin se ocupa de imponer el orden a la manera de una curtido Dwight Eisenhower.

Y aunque sir Walter Scott otorgó a Robín de los Bosques un rol secundario en «Ivanhoe», lo cierto es que el arquero y el rey Arturo de Camelot siguen siendo las leyendas e iconos más seguidos por las artes. En un siglo de cine, su figura ha sido exaltada en más de 40 películas desde la primera versión muda de 1913 de Theodore Martson. Ante las inminentes elecciones en el Reino Unido, muchos han querido ver a Hood como un «alter ego» del candidato liberal Nick Clegg.

El Robin de Russell Crowe está lo más alejado posible de las encarnaciones de Douglas Fairbanks, Errol Flynn, sir Sean Connery y Kevin Costner. Ya no está el camarada de los alegres hombres de los bosques, sus duelos con el sheriff de Nottingham y la felicidad de pareja con Marian. Dice sir Scott: «Esos elementos tradicionales no están en la película. Este es un tipo duro más cercano al que cantaron las primeras baladas medievales. Arrancamos en la infancia para seguir el camino duro de un hombre que acabará convirtiéndose en Robin Hood, analizamos la forja de un mito intemporal que ha resistido el paso de los siglos».

Y el feminista que sir Scott esconde muy profundamente ha aportado una renovada doncella Marian, tan guerrera como el que más, con el arco y la fiereza siempre dispuestos. Su marido ha muerto en combate y ella retoma la lucha del caído. «No tenemos que olvidar que tenemos que ser románticos», añade sir Scott. «Robin Hood» inaugurará el Festival de Cine de Cannes el próximo día 12, que es cuando el film llegará simultáneamente a los cines norteamericanos y europeos. Afirma el director: «este Robin es un vigoroso guerrero apellidado Longstride muy próximo al que retrataban las baladas medievales. Su última y verdadera personalidad, cuando finalmente se convierte en un proscrito, sólo se muestra en los últimos minutos.»

El famoso reparto de los botines entre los pobres queda registrado tan sólo una vez en el filme. Y goza en especial de la compañía de sus compañeros de armas en la guerra contra Saladino y el poder sarraceno. La película arranca con el regreso de Robin Longstride a Inglaterra por primera vez de su niñez, su asentamiento en Nottingham para proteger la tierra y la dama que ha conseguido. Scott le ha querido dar un aire contemporáneo y político: están las conspiraciones de los barones, la creación de la Carta Magna, los edictos arbitrarios del rey usurpador Juan Sin Tierra, la amenaza de una invasión francesa y una economía en bancarrota que sacude a los más débiles de la sociedad.

Dice Scott acerca de la intemporalidad del mito: «Las historias evolucionan, y ésa es una de las claves de su permanencia inmarchitable. Pero mientras he querido exactitud histórica real, también he podido atraer el drama, el entretenimiento y la acción. Hemos contado las andanzas que fueron cantadas por los juglares como entretenimiento. Y esa pauta es la que hemos seguido con «Robin Hood» como hace años hicimos con «Gladiator»: mantener la narración simple, sencilla».

El Festival Internacional de Cine de Cannes se inaugurará la noche del día 12 en el Grand Palais con la proyección de gala de «Robin Hood», de sir Ridley Scott con la presencia de Russell Crowe y Cate Blanchett