Oscar Wilde (Dublin, 1854-París, 1900) tuvo en España durante los años 90 un momento de grandes estrenos y de reedición constante de sus obras. Amparo Rivelles, con interpretaciones sublimes, protagonizó en el Teatro Alcázar “Un marido ideal” y “El abanico de Lady Windermer”. Y Jesús Vázquez interpretó “La importancia de llamarse Ernesto”, que tuvo una larga y exitosa gira por España tras su estancia madrileña. Incluso un crítico teatral, eufórico, escribió que a Oscar Wilde le hubiera encantado que, efectivamente, Jesús Vázquez protagonizara esa obra. Luis Antonio de Villena publicó en esos años dos libros biográficos en los que reivindicaba con su estilo dolorido y fluorescente la figura de Oscar Wilde.
El abanico que Margaret Windermer dejó olvidado en el sitio peligrosamente equivocado sigue muy vivo. Como toda la obra de Wilde, que ahora algún rezagado pretende reducir a “El retrato de Dorian Gray”. En 2015 se estrenó en el Fernán Gómez “Windermer Club”, una interesante apuesta de esta obra de Wilde, con una interpretación muy física encabezada por Emilio Buale y una inspirada Natalia Millán. Y la compañía Paso-Azorín celebra su décimo aniversario con una versión libre, divertida, musical, irónica e incluso sexy de “El abanico de Lady Windermer”, que estará hasta el 27 de agosto en el madrileño Teatro Lara, «La Bombonera de don Cándido».
Ramón Paso, director y autor de la versión, ha imprimido dinamismo, marcha y mucho humor a esta pieza de Wilde, que aquí, en numerosos pasajes, se convierte en una comedia de enredo, en una casa con dos puertas mala es de guardar a la inglesa, pero en todo momento flota sobre el escenario la atmósfera wildeana, y se escuchan las maravillosas frases del escritor, llenas de ironía y maldad hacia una sociedad que admiró su genio pero condenó despiadadamente a su persona. Y Wilde sigue sonando políticamente incorrecto en esta sociedad, la nuestra, cada día más estúpidamente puritana y extraña. Y van y vienen las frases del gran Wilde: “Toda santa tiene un pasado y toda pecadora tiene un futuro”, “ahora está de moda que las mujeres decentes tengan varios amantes”, “los hombres envejecen pero no mejoran jamás”.
Hay sobre el escenario un reparto de ocho intérpretes: un auténtico desafío en los tiempos de zozobra económica actuales. Magníficas Ana Azorín, Inés Kerzan y Angela Peirat, las protagonistas. Ana Azorín, plena de vis cómica, en un personaje lleno de deliciosa maldad, chismorreo y escondida ternura, muy distinto, por ejemplo, al que hizo recientemente en “Sueños de un seductor”. Y ahí está Oscar Wilde, con su verbo feroz y colosal, y su innegociable mirada crítica.”Los hombres se casan por cansancio, las mujeres por curiosidad”. El gran Oscar Wilde, decíamos.