El riesgo de leer a Agatha Christie reside en que sus obras causan adicción. Por la impresionante habilidad en el manejo del suspense, por la inmensa calidad literaria de los diálogos y las descripciones. Porque la vida transita con sus ángulos luminosos y oscuros a través de las páginas. Es la autora más publicada de todos los tiempos, solo superada por la Biblia y Shakespeare. Fue una incansable lectora de Shakespeare, autor que influyó notablemente en su literatura. Hay frecuentes referencias a las obras shakesperianas en las novelas de AC. Por ejemplo, en la recién reeditada “Tercera muchacha” (Planeta, 2024): “¿Hamlet estaba loco o cuerdo? Que cada cual decidiera según su manera de entender el papel. ¿Ofelia estaba loca o cuerda?”. Agatha Christie escribió 15 obras de teatro. Algunas de permanente éxito, como “La ratonera”. O “Testigo de cargo” (1953), con continuas reposiciones y el recuerdo de una película sublime (1957) protagonizada por el gran Charles Laughton y Marlene Dietrich. Ahora, “Testigo de cargo” se ha reestrenado en el madrileño Teatro Fernán Gómez, con un colosal Fernando Guillén Cuervo en el papel del legendario abogado Sir Wilfrid Roberts.

Se trata de la historia de un siniestro pero atractivo buscavidas, Leonard Vole, al que acusan de asesinar a una adinerada anciana, que lo amaba y protegía. Todo está en su contra. Pero el brillante letrado acepta ejercer la defensa. Fernando Guillén Cuervo encarna a un abogado inteligente, simpaticote, irónico y sabio. Se despega abiertamente del hombre gravemente enfermo del corazón, que interpretó Charles Laughton, y se aproxima a la elegancia de Poirot, tal y como AC lo describe, por ejemplo, en «El misterioso caso de Styles» (Planeta 2022): “Es un hombre muy divertido, todo un dandy, de una habilidad extraordinaria”. Fernando Guillén Cuervo aparece aquí, efectivamente, como todo un dandy.

AC controlaba como nadie el ritmo interior de las novelas, con descripciones realizadas con un finísimo pincel y diálogos desbordantes que favorecían el suspense, y controlaba el ritmo interior del teatro, que resulta muy distinto. En ambos casos es fundamental la atmósfera de la obra. Fernando Bernués, el director de “Testigo de cargo”, sostiene permanentemente el pulso de la intriga y, sobre todo, la atmósfera de la pieza de Agatha Christie, desde un hondo respeto al original. Isabelle Stoffel redondea su inmensa actuación de la enigmática Christine con unos estudiados cruces de piernas de mujer fatal alemana. “La idiosincrasia inglesa no perdona a una mujer con ideas propias”, dirá. Una persona impar que necesitará finalmente de un gran abogado. Deslumbrante «Testigo de cargo», decíamos.

(Publicado en Andalucía Información)