«Conversaciones con Mamá” es una obra sensacional que se representa en el teatro Amaya de Madrid

«Conversaciones con mamá” se representa en el teatro Amaya de Madrid después de una gira de más de un año y medio por España. Se trata de una obra emotiva y emocionante, con la maravillosa María Luisa Merlo en el papel de una madre sabia y llena de vida –pese al acecho de la muerte-. Una María Luisa Merlo sublime.

«Conversaciones con mamá” es una comedia bien construida, con una sólida carpintería teatral sustentando sus cimientos, interpretada de manera colosal, y se trata también de una comedia impar, porque hay en esta obra conmovedora, risueña, llena de humor y tristísima, algo decididamente inusual en este tipo de teatro: una trascendencia a la que los autores (Santiago Carlos Oves y Jordi Galcerán) han querido dar un barniz de intrascendencia. Porque «Conversaciones con mamá” es una comedia en lo que aparentemente está viendo el espectador, pero lo importante es todo lo que está sucediendo en el subsuelo de la obra, en el que hay una reivindicación social –e incluso ideológica- inesperada en principio por el engañoso título convencional de la obra. Porque pudiera parecer «Conversaciones…” una comedia de tresillo –aunque no hay tresillo sobre el escenario-, pero la obra no persigue la complacencia del espectador sino remover suavemente las conciencias de la platea. Se trata de una obra compleja en todos sus ángulos, aunque disfrazada de sencillez. Dura, aunque engañosamente amable. Agria, aunque aparentemente tenga el sabor delicioso del caldo de gallina que esa madre prepara para su hijo. En definitiva, en «Conversaciones con mamá habita la vida y no los trucos del teatro.

Y de esa vida que llega a borbotones al espectador son responsables, claro, los autores del libreto, pero, sobre todo, los intérpretes. Jesús Cisneros, colosal en el papel de ese hijo cincuentón al que los palos de la existencia, junto a las conversaciones con su madre, con quien se reencuentra pese a que siempre la tuvo cerca, lo ubican frente al espejo de las trampas que le ha tendido la sociedad. Y María Luisa Merlo es una actriz estratosférica, perteneciente a la ahora denominada «Generación de oro de la interpretación española», que llena de emoción a su personaje y, sobre todo, de vida, vida con minúsculas y con mayúsculas, desde esa naturalidad característica de los mejores actores de su generación.

Y la complejidad de la obra, decíamos. Porque el que quizás sea el auténtico protagonista de esta historia no aparece nunca en escena: Gregorio, ese argentino de 65 años arrojado por una sociedad inmisericorde a las cloacas. Que encuentra en el personaje de María Luisa Merlo la tabla para salvarse y salvarla. Y, de camino, sostener también a flote a Jaime (Jesús Cisneros). Porque sabe arreglar como nadie unas tuberías que en realidad son las tuberías de la vida. Aunque Gregorio se haya visto obligado a empezar tantas veces, que lo que le apetezca a estas alturas sea descansar. Descansar de una vez por todas.