Tirso Calero tiene un notable prestigio como director cinematográfico y guionista de series televisivas, y últimamente ha estrenado varias obras teatrales, como “Swinger” y “Aguacates”. Ahora estrena en el Reina Victoria de Madrid “Tarántula” que, como sucedía en “Aguacates”, tiene el plausible propósito de, entre otras cosas, denunciar la corrupción instalada en nuestro país. Se trata de un autor que persigue la trascendencia dentro de los convencionalismos del teatro comercial. En “Aguacates”, la corrupción aparecía en un contexto de humor y de líos de faldas, y en “Tarántula” lo hace a través del suspense y del fondo inquietante y oscuro en la vida de los personajes.

Sara, una mujer ciega, se ve atrapada en su ático de lujo con dos delincuentes que acaban de asesinar a su marido, un magistrado corrupto. En el piso se esconde mucho dinero. Y a partir de ahí la historia empieza a dar vueltas, entre las novelas de Agatha Christie y el cine de Alfred Hitchcock, pero da tantas y tantas vueltas en torno a un mismo eje que hubiera terminado por marear al propio Hercules Poirot. Pronuncian los personajes frases como: “Maldito dinero, nos obliga a hacer cosas increíbles por él”. O bien: “Cada vez tengo más claro que el mundo se divide entre ganadores y perdedores, y a nosotros nos ha tocado perder”. El autor viene a decirnos que sólo los astutos, con cierto toque amoral después de los golpes recibidos en la vida, pueden salir adelante en la confusa sociedad actual.

Lo mejor de esta función, sin duda, son los actores: Laia Alemany, Armando del Río y Alex Barahona. Los tres vuelcan su talento y profesionalidad en una decidida defensa de sus personajes. Merecen por ello que se les vea en esta obra, “Tarántula”.