considerado el padre de la comedia italiana, se especializó en contar historias agridulces

Mario Monicelli había nacido en Roma el 15 de mayo de 1915. Era hijo del crítico teatral y periodista Tommaso, hermano menor de Giorgio Monicelli, que trabajaba como escritor y traductor. Monicelli se licencia en historia y filosofía y ya en 1932 ejerce de crítico cinematográfico y, en 1934, dirige, junto a su amigo Alberto Mondadori , el cortometraje «Cuore rivelatore», y el mediometraje mudo «I ragazzi della via Paal», presentado y premiado en Venecia.
Con el seudónimo de Michele Badiek, en 1937 dirige su primer largometraje, «Pioggia d’estate»; entre 1939 y 1949 trabaja como ayudante de dirección y guionista y su nombre aparece en más de cuarenta películas, todas ellas de gran interés. Es en 1949 cuando retoma su carrera como director e inicia una feliz colaboración con Steno: en cuatro años, dirige ocho películas entre las cuales la famosa «Guardias y ladrones» («Guardie e ladri», 1951).
Menos célebre que otros de sus coetáneos, Monicelli diversifica los géneros, aunque sus películas más célebres son comedias. Monicelli es el responsable de la que, posiblemente, sea la pieza más cotizada de aquella efervescencia de la comedia italiana de los años 50, «I soliti ignoti” («Rufufú”, 1958), con un reparto irrepetible: Vittorio Gassman, Marcello Mastroianni, Claudia Cardinale, Memmo Carotenuto, Renato Salvatori y el veterano Totó. Maestro consumado del arte cómico y de la dirección de actores, Monicelli no rehuye otros géneros más severos, como el policiaco o el melodrama, como en «La grande guerra” («La gran guerra”, 1959), un film tragicómico ambientado en la Primera Guerra Mundial y protagonizado por Gassman y Alberto Sordi; «I compagni” (1963), película sobre el movimiento obrero; o «Vogliamo il colonelli” («Queremos los coroneles”, 1973) inspirada en la dictadura militar griega.

Su rica filmografía cuenta con grandes éxitos de público y de crítica y algunas de sus películas han pasado a formar parte de la historia del cine italiano: es suficiente recordar «I soliti ignoti”, («Rufufú”, 1958), que hizo famoso a Vittorio Gassman como actor cómico, «La Gran Guerra” («La grande guerra”, 1959), León de oro en Venecia y candidata al Oscar, «I compagni» («Los camaradas”, 1963), también candidata al Oscar, «La armada Brancaleone” («L’armata Brancaleone», 1966), original en el modo de tratar el argumento y ganadora de un sinfín de premios, «La ragazza con la pistola» (1968), tercera candidatura al Oscar, «Habitación para cuatro”, «Amici miei», 1975), basada en una idea de Pietro Germi, «Un borghese piccolo piccolo” («Un burgués pequeño, muy pequeño”, 1977), con un Sordi inolvidable, «Speriamo che sia femmina» (1986), muy amada por la crítica.
Títulos destacados de su filmografía, además de los ya citados, son «Totò cerca casa” («Totó busca piso”, 1949), «Vita da cani” («Vida de perro”, 1950); «Guardie e ladri” («Guardias y ladrones”, 1951), «Padri e figli” («Padres e hijos”, 1957); «Le due vite di Mattia Pascal” («La doble vida de Matías Pascal”, 1985) o «Le rose del deserto” (2006), su última película.
Monicelli dirigió a muchos de los actores italianos más importantes del siglo XX, entre los que se pueden mencionar: Monica Vitti, Anna Magnani, Giancarlo Giannini, Stefania Sandrelli, Vittorio de Sica, Sophia Loren, Enrico Montesano, Gian Maria Volonté, Paolo Villaggio, Nino Manfredi y Leonardo Pieraccioni. Monicelli también ha sido director teatral, comediógrafo, director televisivo y, ocasionalmente, actor (en «L’allegro marciapiede dei delitti», 1979, y en «Sono fotogenico», 1980).
El Festival Internacional de Cine de Berlín le premió por su trabajo en la dirección en tres ocasiones, en 1957 por «Padres e hijos”, en 1976 por «Caro Michele” y en 1981 por «El marqués del Grillo”. Además, en 1994 recibió una Mención Especial por «Cari fottutissimi amici”. En 1991 recibe un León de Oro especial del Festival de Cine de Venecia en reconocimiento a su carrera, y en 2008 recibe el homenaje del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, también en reconocimiento a toda una trayectoria. Fue el último gran homenaje que recibió en vida