La Academia Sueca distinguió en 1997 con el Premio Nobel de Literatura a Dario Fo, dramaturgo italiano fallecido en 2016, extravagante, anarquista y provocador. Un histrión. Fue uno de los Nobel más celebrados por muchos debido a la personalidad fuera de los márgenes de lo habitual del galardonado. Dario Fo tuvo su momento de mayor éxito en España a finales de los 70 y en los años 80. Con obras como “Muerte accidental de un anarquista” o “Aquí no paga nadie” –de la que José Luis Alonso de Santos hizo una colosal versión titulada “Sopa de mijo para cenar”. Piezas de un fuerte contenido social, de compromiso –como se decía entonces-, y con una honda y triste carga humorística. Montajes, sí, que se seguían entre carcajadas: policías fachas, matones y embrutecidos; amas de casa sin un duro y, por eso, ladronas; obreros muy zurrados por la vida. Estrenaban estas obras actores de los grupos procedentes del teatro independiente español de los 70-80 (como Tábano y El Buho). Entre ellos, Rafael Álvarez «El Brujo», que encarnó en el madrileño teatro Marquina hace 40 años a un policía brutal y tierno en “Aquí no paga nadie”.

Eran tardes de teatro en Madrid juveniles e invernales, en la sala Cadalso o el Teatro Olimpia, ambos ya desaparecidos. Porque a Dario Fo dejaron de representarlo hace años. Su teatro, que es un grito, no va, claro, con estos tiempos de autocensura, buenos modales, y aproximación continua a lo políticamente correcto. Pero la editorial Pepitas de Calabaza acaba de reeditar “Muerte accidental de un anarquista”, una joya de 96 páginas, con prólogo inédito en España del autor. Dario Fo estrenó este texto con su compañía La Comune en 1970. En España (esto se ha olvidado y se atribuye a otros la iniciativa) la primera en publicar esa obra fue la inolvidable revista teatral Pipirijaina, cuya línea editorial consistía en la defensa del teatro de vanguardia y en la lucha contra el franquismo y sus sucesores. Pipirijaina, que era bimensual, entregaba un volumen dedicado a la actualidad teatral, con numerosas críticas de estrenos (Ángel Fernández Santos era uno de los críticos), y otro volumen, denominado Pipirijaina-Textos, con una obra de teatro inédita y numerosos ensayos sobre la pieza y el autor. Ahí vio por primera vez la luz en España, insistimos, “Muerte accidental de un anarquista”.

El argumento se inspira en la muerte real de un anarquista ocurrida en una comisaría norteamericana en los años 20, cuando, “accidentalmente”, se precipitó por una ventana cuando era interrogado por la Policía. En la obra de Fo, un “loco” se cuela en una comisaría intentando investigar la muerte de un anarquista y, finalmente, corre la misma suerte que el desdichado: cae “accidentalmente” desde una ventana de las dependencias policiales.

La reedición de este libro nos trae el recuerdo de una época bullanguera y estéticamente revolucionaria, con mucha libertad sin ira, tiempos por el cambio y la utopía, y un tabernón madrileño, castizo y oscuro, en el que permanecía un cartel, procedente de otras épocas, en el que se leía: “Se prohíbe blasfemar y hablar de política”. Todo lo contrario, pues, que el teatro de Dario Fo. Otros tiempos. “Muerte accidental de un anarquista” es una obra colosal.