Un monólogo acompañado por las voces de una radio, que recrean el dramático momento que pudo sufrir el inventor al saber que la bomba atómica había sido lanzada aniquilando dos ciudades japonesas

El teatro Espada de Madera de Madrid (c. Calvario, 21) acoge hasta el 1 de julio «Einstein y el dodo», obra escrita e interpretada por Ricardo Joven, con vestuario de Beatriz Fernández Batahona, caracterización de Virginia Maza y dirección de Carlos Martín. La obra se representa de miércoles a sábados a las 20,20 y los domingos a las 19 horas.

De la misma forma que en Nueva York hay un out of Broadway en Madrid hay un out of Gran Vía, formado por una serie de salas singulares que, lejos de la popular avenida ofrecen obras de un teatro diferente, casi siempre alternativo, que permite comprobar la creatividad de autores, actores y directores. Próxima a la plaza Tirso de Molina hay una sala muy original, el Teatro Espada de Madera, que en este caso ofrece una obra distinta producida por la compañía aragonesa Teatro del Temple. Un monólogo acompañado por las voces de una radio, que recrean el dramático momento que pudo sufrir Albert Einstein al saber que la bomba atómica, que él había ayudado a producir, había sido lanzada aniquilando dos ciudades japonesas.
Cuando se ilumina la escena en esta sala sin telón, nos encontramos a un auténtico Einstein en su estudio de Nueva York, tratando de reiniciar la relación con la hija que abandonó en su juventud: Liesserl. Una hija a la que nunca vio, por lo que decide grabarle una cinta con algunas reflexiones personales sobre él y su visión del mundo.

Es un momento especial en la historia. Estamos en 1945 y EE.UU. ha arrojado sus primeras bombas atómicas. Los mensajes triunfales se repiten a través de una radio que se transforma en un intérprete más y el teléfono del sabio, suena con llamadas de su mujer y el presidente Truman. Llamadas que solo tienen cabida en la ficción (o tal vez, en su imaginación) porque cronológicamente en ese momento ya han muerto.
La interpretación de Ricardo Joven nos muestra a un Eistein creíble, no sólo por su aspecto –gracias a una acertada caracterización-, sino por su voz, sus tics, sus movimientos. Un Einstein atormentado por el uso de su descubrimiento que está haciendo el poder militar. Un Einstein desesperado que decide en un último gesto de reivindicación alocada, vestirse de pájaro dodo para subir al Empire State y lanzarse desde allí al vacío.
La obra es una suma de reflexiones de Einstein sobre el destino de la ciencia y el poder exterminador del hombre. La historia de los dodos (primitivas palomas) es una parábola sobre la capacidad de exterminio del ser humano. Si los monólogos son una prueba de fuego para los actores, podemos afirmar que Ricardo Joven, ayudado por el director Carlos Martiín, la aprueba con solvencia.