En competición en la Seminci de Valladolid se ha presentado «Alma Viva», una coproducción entre Portugal, Francia y Bélgica, que se mueve por terrotorios próximos al realismo mágico: Como todos los años, la pequeña Salomé viaja hasta el pueblo de su familia en lo alto de las montañas en Portugal para pasar las vacaciones. El periodo estival arranca con tranquilidad pero su adorada abuela fallece repentinamente. Mientras los adultos se pelean en la organización del funeral, a Salomé le persigue el espíritu de la que todos consideraban una bruja.

Que público y prensa arranquen a aplaudir a una actriz justo antes de comenzar una rueda de prensa es una rareza en la Semana Internacional de Cine de Valladolid. Pero este 24 de octubre le ha ocurrido a Lua Michel, la joven actriz protagonista de «Alma Viva», dirigida por Cristèle Alves Meira. Ambas, madre e hija en la vida real, han desgranado algunos de los pormenores del rodaje de un filme rodado en el pequeño pueblo portugués del que procede la directora, nacida en Francia hija de padres portugueses emigrantes.

Un pueblo, unas costumbres en las que la realidad parece un ejercicio constante de realismo mágico, y una familia que se enfrenta a la muerte de la matriarca, acusada de bruja y de un affaire con la ex esposa de la mujer que, bajo la perspectiva de la niña, causa la repentina muerte de su adorada abuela.

La elección de Lua Michel no fue automática, por mucho que su madre sea la directora y por mucho que ella hubiera manifestado su deseo de actuar en un filme. «Fui yo quien decidió hacer el papel, pero antes mi madre hizo conmigo una especie de casting camuflado, sin que yo supiera que lo era», ha afirmado la intérprete.

La propia Alves completó la explicación: «Yo sabía que Lua quería actuar, pero como madre era una gran responsabilidad ofrecerle un papel que luego no fuera capaz de interpretar y tener que decirle que no. Así que medio la engañé para ver hasta dónde podía llegar y solo cuando estuve segura de que podía hacerlo la incorporé al elenco».

A pesar de los elementos aparentemente poco naturales de la trama (brujas, envenenamientos, una niña que parece heredar las capacidades como médium de su abuela…), el resultado está muy lejos del artificio. Tampoco los personajes están estereotipados, lo que la realizadora achaca a su conocimiento geográfico y cultural de escenario, personajes y cultura en los que se desarrolla la acción: «Mis padres son de allí, yo he pasado todos mis veranos allí y conozco muy bien a esas mujeres y sus costumbres. Pero todo estaba escrito; no ha habido lugar a la improvisación».

Cristèle Alves nombra a Abbas Kiarostami cuando afirma que le gusta hacer películas reales y creíbles y la capacidad de hacer pasar lo ordinario a extraordinario. Tampoco oculta su satisfacción por el hecho de que su filme represente a Portugal en la carrera hacia los Premios Oscar: «Me parece muy importante que tenga visibilidad la historia de mi familia, y de tantas familias, que tuvieron que emigrar».