Al salir del Teatro Muñoz Seca de Madrid, después de ver la extraordinaria comedia “Primera cita”, al espectador le puede asaltar, sin embargo, una sensación de melancolía. Porque ya no se hace teatro así. O escasea de manera alarmante. El teatro-documento, el toque vanguardista, los monólogos, la envoltura poética de las obras, todo ello caracteriza la cartelera actual, y la mayoría son obras notables, pero se está extinguiendo, o casi, la comedia bien construida, apoyada en una sólida carpintería teatral, basada en la fuerza de la palabra y de la interpretación, con el difícil objetivo de provocar la risa y de que la gente aparque sus preocupaciones durante la función ante la peripecia que sucede sobre el escenario. Todas estas características de la comedia tradicional adornan a la risueña, simpática, ocurrente y colosal “Primera cita”, teatro de toda la vida, por tanto vanguardia que no perece, que está y sigue y sigue. Teatro/teatro con un par.

La obra ubica sus cimientos en un texto de una solidez de hierro, aunque sea de oro, un texto lleno de ocurrencias, de giros, de sabiduría teatral, y del ingenio suficiente para que una situación única esté permanentemente llena de acción y de novedades, que nadie en la platea suponga el imprevisible absurdo que viene. Josep María Flotats siempre ha sostenido que lo esencial en teatro “es el poeta”. Es decir, el autor: el texto. Pero naturalmente resulta indispensable una buena interpretación. Palabra y actor, que decía Eduardo Haro Tecglen. Y, en “Primera cita”, Pedro Llamas, Elena Lombao y Cristina Acosta, bordan los personajes creados por los dramaturgos Patrick Hernaìndez y Enver Recepovic.

La obra tiene el ritmo frenético y el estilo elegante y ocurrente de las comedias que desde hace años se hacen en Francia, tanto en teatro como en el excelente cine de ese país. Se trata, sí, de una comedia muy francesa –aunque no haya la acidez de las obras de Yasmina Reza, por ejemplo-, pero con acertadísimos toques de aquí, que ha añadido Pedro Llamas, el adaptador. A Maribel la abandona su pareja el día que ella cumple 40 años, y, con la ayuda de su amiga Cintia, busca un encuentro sexual por Internet. Maribel está desolada. Sola. Telefonea y dice: “Soy Maribel, tu mejor amiga. ¿Te acuerdas de mí?”. Pero llega un chico serio y sin ganas de líos. Aunque habrá todo tipo de líos. Incluso la irrupción de un Mariano Rajoy desatado. Y ella y él se preguntan: “¿Tú de parte de quién estás?”. “Del amor”.

Del amor. Pues eso.