Un monólogo breve, gracioso y sentido, que en Teatro Arenal de Madrid se completa con «Cosas nuestras», una digresión sobre el mundo del teatro y los actores
Petra Martínez es una actriz que nos ha impresionado desde la pequeña y la gran pantalla con personajes casi siempre dramáticos, registro en el que se mueve con solvencia. Su mirada tiene una extraordinaria capacidad para transmitir la tragedia y el dolor de muchos personajes que la han transformado en una actriz reconocida y popular.
Darío Fo es un outsider conocido por sus extravagancias y su poder de comunicación a través de protestas, algunas de ellas auténticas performances. Autor y escritor teatral, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1997, se ha caracterizado por escribir ácidas sátiras políticas contra el poder establecido, los políticos italianos, la mafia o la Iglesia.
En este caso ha escrito un monólogo que nos muestra a una madre desesperada porque forma parte del Partido Comunista y le ha salido un hizo de extrema izquierda. Para tratar de protegerle y rescatarle, se disfraza de hippy y lo busca por comunas, bares y manifestaciones. Perseguida por «los grises» se refugia en una iglesia donde aprovecha para confesarse, confesión que se transforma en un monólogo cargado de humor y también de humanidad.
Petra Martínez maneja con profesionalidad los tiempos, los tonos, la expresividad, la mirada y hace reír o emociona cuando el texto lo exige. Su discurso permite además que el público (en su mayor parte de la tercera edad y femenino), se sienta identificado con muchas de las actitudes de esa madre que, al final, termina hasta el gorro de su hijo. En resumen: un monólogo breve, gracioso y sentido, que hacer pasar un buen rato de la mano de una actriz con mayúsculas.
La sesión se completa con «Cosas nuestras», una digresión sobre el mundo del teatro y los actores. Una mirada reflexiva, tierna y graciosa sobre la vida de dos actores que, en el declive de sus vidas, se adulan, se ilusionan y se autoengañan con cosas de su profesión que provocan más de una risa. Quien haya conocido el mundo del espectáculo por dentro verá reflejado en el escenario muchas de las situaciones que se producen en las salas de ensayos o en los camerinos, donde algunos actores construyen sus castillos en el aire que la dura realidad, les acaba derrumbando. Pero, como decía el humorista Eloy Arenas, hay que reírse en defensa propia.