El director británico prosigue su proyecto de revisar obras maestras de la pintura con técnicas digitales

Primero, en 2006, fue «La Ronda de Noche», de Rembrandt en el Rijksmuseum de Amsterdam. Después, «La última cena», de Leonardo, en Santa Maria delle Grazie en Milán. Ahora y hasta finales de septiembre, es «Las bodas de Caná», de Paolo Veronese, en el refectorio Palladio de la abadía de la isla San Giorgio Maggiore, de Venecia. Subtitulada, «Una visión de Peter Greenaway», puede admirarse estos días la mezcla de última técnica digital y arte del siglo XVI que el director de cine británico ha podido poner en marcha. Esta tercer a «visión» se enmarca en un ambicioso proyecto titulado «Nine Classical Paintings Revisited».

De entre las nueve pinturas clásicas que Greenaway se dispone a revisitar desde su muy personal e idiosincrásica visión sumada a la más puntera tecnología, se encuentra el «Guernica», de Pablo Picasso, que cuelga en los muros del Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Después, quizá, «Las Meninas», de Velázquez, del Museo del Prado madrileño y «El juicio final», de Miguel Angel, de la capilla Sixtina Vaticana. También, aspira a dotar de luz y sonido a trabajos de Pollock y Monet. Si para «La ronda de noche» creó la ilusión de un asesinato oculto recreado en el lienzo magistral de Rembrandt, en el fresco de Veronese lleva a la vida digital el primer milagro de Jesucristo. Aunque se trata más bien de la recreación de la vida de la alta burguesía veneciana del siglo XVI. Los visitantes del refectorio de la abadía benedictina veneciana se asombran cada día de la mezcla de luz, sonido, ilusiones teatrales y disección cinematográfica de un vídeo de 50 minutos a partir de la obra maestra de Veronese de 1562, que Napoléon robó y troceó en 1797 para mostrarla en el Museo del Louvre. Greenaway erige un prodigio digital a partir de la conversión del agua en vino. Las reacciones de los invitados -miedo, escepticismo, devoción- están en un primer plano, acompañados de ruidos de conversaciones que el director británico ha creado para 126 personajes del cuadro de Veronese. La manipulación digital crea milagros y el visitante se halla inmerso en las celebraciones de una boda sin demasiado vino para invitados tan numerosos como inesperados. Greenaway logra que el visitante sienta una inmediata inmersión en los hechos mostrados y su momento cultural y social. Tras dejar boquiabiertos a los visitantes del Rikjsmuseum y la abadía veneciana, hay enorme expectación por ver lo que Greenaway será capaz de hacer en el Centro Reina Sofía y el Museo del Prado madrileños. Los puristas del arte museístico han puesto el grito en el cielo en las anteriores ocasiones. Algo que agrada y estimula a Greenaway, siempre a la busca de una prestigiosa polémica.