MARLON BRANDO

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    Marlon Brando, una de las figuras más emblemáticas del séptimo arte norteamericano, que marcó con su estilo de violencia y exceso, el tono del cine durante más de tres décadas del siglo XX, nació en Omaha, estado de Nebraska, el 3 de abril de 1924 en el seno de unafamilia humilde. Hijo de una actriz depresiva y alcohólica y de un padre mujeriego, su educación escolar fue muy irregular. De adolescente trabajó de albañil. Expulsado de varios escuelas, Brando viajó a Nueva York para vivir con sus dos hermanas, y a los 19 años entró en la clase de teatro de Stella Alder, de quien al poco tiempo se convirtió en alumno favorito, escuela que después sería famoso Actor’s Studio, dirigido por Elia Kazan y Lee Strasberg, donde se formarían muchos de los mejores actores norteamericanos.

    Bajo la dirección de Kazan, Brando representó, primero en los escenarios de Broadway, «Un tranvía llamado Deseo», de Tenessee Williams. La obra, que le catapultó a la fama, tambien la llevó al cine, igualmente bajo la batuta de Kazan, en 1951, con Vivien Leigh en el papel co-protagonista de Blanche Dubois. Su primer papel en el cine lo había tenido en 1950, en «Hombres», de Fred Zinnemann. Con Kazan, Brando haría otras dos

    películas, «Viva Zapata» (1952) y «La ley del silencio» (1954), que le reportó su primer Oscar. Desde el principio de su carrera Brando fue considerado un rebelde por su modo de vida, sus actitudes inconformistas y su desprecio por el conservadurismo de Hollywood
    En 1953 hizo «The wild one», de Lazslo Benedeck y tambien «Julio César», de Joseph Mankiewicz, sobre la obra de William Shakespeare, con la que consagró su fama. Después, trabajaría en «Desirée» de Henry Koster (1955), en la que representaba a Napoleón y «Sayonara» (1957), entra otras películas. Con base en estos éxitos, la carrera de Brando siguió en ascenso. En los años siguientes intervino en varias películas de géneros diversos, incluida la comedia, como en «La casa de té de la luna de agosto», en la que da vida a un japonés que hace de intérprete para las fuerzas de ocupación americanas. Sin embargo, al final de los años sesenta sus interpretaciones comenzaron a decaer. Brando parecía haber perdido su fuerza expresiva y las pautas que él mismo había establecido para su trabajo y que le habían dado tan buen resultado, y en 1961 dirigió él mismo «El rostro impenetrable», su único trabajo tras la cámara, un wester psicológico quew no le dejó lo suficientemente satisfecho como para repetir la experiencia.
    En 1962 cuando rodó «Rebelión a bordo» de Lewis Milestone y Carol Reed, en el atolón de Tatiaora en Polinesia, compró la isla, en la que se instaló en 1966. Desde muy pronto, Brando despreció la fama, quería el anonimato.

    La mayoría de estas películas no fueron éxitos artísticos ni de taquilla y Brando comenzó a abandonarse. No lo sacaron de esa situación las cintas que haría a continuación, «La jauría humana» (1966), «La condesa de Hong-Kong» (1967) ni «Reflejos en un ojo dorado» (1967). El actor comenzó a desplazar su interés hacia la causa de los indios norteamericanos.

    En la década de los sesenta sus apariciones en la pantalla de espacian y la calidad de sus trabajos disminuye. Está más gordo, su cabello escasea, el alcohol y las drogas minan lentamente su salud, parece acabado. Y de pronto, como una más de sus bromas, se empeña en protagonizar «El Padrino», acepta la humillación de una prueba por parte de Francis Ford Coppola y consigue el papel. Por esa película, realizada en 1972, le fue concedido el Oscar al mejor actor, pero Brando envió a recogerlo a una joven india (después se descubriría que era una actriz), que leyó un discurso antirracista. Con ello, el actor se ganó la desaprobación de la comunidad cinematográfica norteamericana, de la que a su vez, él se distanció más que nunca ante esa reacción.
    Como ave fénix, Brando vuelve a ser el centro de atención de Hollywood y vuelve Brando a escandalizar con su personaje de «El último tango en París» (1972), film de Bernardo Bertolucci que rueda en Paris y en el que él mismo se escribe sus diálogos.

    Coppola volvió a llamarle en 1979 para un papel breve, pero impactante, en la película «Apocalypse Now», una adaptación a la guerra del Vietnam de la obra literaria de Joseph Conrad, «El corazón de las tinieblas». Para entonces, el actor, de nuevo en la cúspide y el mejor pagado del mundo, pesaba más de 100 kilos. Tras aquella película, Brando rodó «La fórmula» (1980), que fue un fracaso y después se limitó a apariciones breves, pero muy buen remuneradas, en grandes producciones, como «Supermán», donde sus honorarios fueron de cuatro millones de dólares por un papel de diez minutos, recibiendo 250.000 dólares por cada día de trabajo y «Cristóbal Colón: El descubrimiento» dode daba vida al gran inquisidor Torquemada.
    Después haría «Don Juan DeMarco», donde interpretó a un psiquiatra que aleccionaba en cuestiones de amor a Johnny Depp, con quien forjó amistad en la vida real. En dicha película, tuvo por partenaire a Faye Dunaway. En 2001 aparece en el corto (videoclip) para la canción «You rock my world», de Michael Jackson, como un jefe mafioso al estilo de El Padrino. Su última película fue «Un golpe maestro» («The Score»), de 2001

    Su pasión por lo exótico embebió tambien su vida amorosa. Brando estuvo casado en tres ocasiones y fue padre de nueve niños. Su primer matrimonio con Anna Kashfi fue públicamente tormentoso y duró dos años y el segundo con Movita ocho. Su tercera esposa fue Tarita, la mujer tahitiana que interpretó a su compañera en «Motín a bordo», con la que vivió en su pequeña isla de Tahití, cuando sus obligaciones profesionales se lo permitían. Con Tarita también tuvo problemas a pesar de los esfuerzos de Tarita por conservar su matrimonio. Tarita, una vez separada, reveló las intimidades matrimoniales de su fracasado matrimonio. Brando, aunque aparentó no dar importancia a lo dicho, nunca se reconcilió. Participó en muchas actividades en defensa de la situación de los afroamericanos e indígenas norteamericanos, logrando codearse con Richard Nixon y los Kennedy en algún momento. No tuvo suerte con ninguna de las mujeres con las que estuvo porque él también amaba el amor a su manera. A pesar de ser uno de los intérpretes mejor pagados de la meca del cine, el complejo Brando perdió su fortuna en sus excéntricos hábitos y en las numerosas batallas legales a las que se enfrentó.
    En el año 1990 vivió una de sus más grandes tragedias personales. El novio de una de sus hijas, Cheyenne, fue asesinado en la residencia familiar de Mulholland Drive. La situación se convirtió en un circo mediático cuando a Christian (su hijo primogénito nacido de su primer matrimonio), el mayor de los hijos de Brando, se le acusó de ser el autor material del homicidio. El episodio marcó profundamente a su entorno familiar: En 1990 se gastó millones de dólares en los abogados de su hijo Christian, que fue condenado a una pena de diez años de cárcel, de los que cumplió seis, y Cheyenne se suicidó cinco años más tarde.
    Con un magnetismo sexual y unos rasgos infantiles que le hacían irresistibles a los ojos de mujeres y hombres, este icono del siglo XX murió en Los Ángeles el 1 de julio de 2004 de fibrosis pulmonar, siendo el gran inconformista y deformado por la obesidad porque se refugió en la comida para calmar sus estados de ansiedad y sus continuas depresiones.