INGMAR BERGMAN

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    Ingmar Bergman ha sido uno de los directores más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, con películas que siempre han buscado la trascendencia del alma humana y en las que temas como el paso del tiempo, las relaciones de pareja, la incomunicación, y familia, la muerte y la existencia de Dios han estado siempre muy presentes. Premiado con el Oscar en varias ocasiones, alternó el cine con el teatro, la literatura y la televisión. Su legado cinematográfico sobrepasa el medio centenar de títulos.
    Nacido en Upsala, al norte de Estocolmo, el 14 de julio de 1918, Bergman fue hijo de un pastor luterano, recibiendo una educación severa y austera. Una estricta formación religiosa que marcaría su atormentado carácter y que se reflejaría en su obra.Estudió en la universidad de Estocolmo, donde se licencio en Arte y Literatura y donde desarrollaría una de sus grandes pasiones: el teatro.
    Dirigió en su años universitarios a un grupo estudiantil que puso en escena obras de Strindberg y Shakespeare. Dio el salto profesional con una producción para la Ópera de Estocolmo y también dirigió los teatros públicos de Helsinborg, Gotemburgo y Malmoe.
    A partir de 1944 alternó el teatro con el cine. Se inició como ayudante de dirección y realizó su primera película, «Crisis», en 1945. Seguirían títulos como «Llueve sobre nuestro amor» (1946), «Noche Eterna» (1947), «Ciudad Portuaria» (1948) o «Prisión» (1948).
    NECESIDAD DE RODAR
    A partir de los años cincuenta desarrolló una personal e intensa filmografía con casi 50 películas entre las que destacan «Tres mujeres» (1952), «Sueños» (1955), «Fresas salvajes» (1957, premiada en Cannes), «El séptimo sello» (1957), «El manantial de la doncella», (1959, Oscar a la mejor película extranjera), «Como en un espejo» (1961, de nuevo Oscar), «Gritos y susurros» (1972), «Secretos de un matrimonio» (1974) o «Sonata de otoño» (1978).
    «Hacer películas es para mí un instinto, una necesidad como comer, beber o amar”, declaró Bergman en una ocasión, recordando cómo había decidido en 1945 que el único medio moderno para expresarse era la gran pantalla. Con todo, en 1960 regresaría a sus orígenes al hacerse cargo de la dirección del prestigioso Dramaten, el Teatro Real de Arte Dramático de Estocolmo. Un Drmanten al que retornó en los ochenta para abordar clásicos de Shakespeare, Strindberg, O»Neill, o Ibsen..
    En 1955 obtendría su primer éxito cinematográfico internacional con la comedia «Sonrisas de una noche de verano». A finales de los cincuenta sus películas se harán cada vez más oscuras, centradas en parejas rotas y en seres torturados por crisis religiosas o existenciales. Su confirmación y su gran éxito internacional llegaría con «El séptimo sello» protagonizada por Max von Sydow y que le dio el Premio Especial del Jurado en Cannes. Narra la historia de un caballero medieval obsesionado por la muerte a su regreso de las cruzadas. Tan fuerte es su obsesión con el más allá que decide retar a la muerte a un partida de ajedrez. Muchos años después Bergman admitiría que esa fábula era un trasunto «del terrible miedo que tenía entonces a la muerte”.
    ACTRICES
    Considerado como un excepcional director de actrices, dio sus mejores papeles a mujeres como Maj Britt Nilsson, Harriett Andersson, Eva Dahlbeck, Ulla Jacobsson y Liv Ullmann, con quien mantuvo una turbulenta relación de la que nacería una hija. Bergman protagonizó una no menos turbulenta vida amorosas con algunas de esas actrices. Se casó cinco veces y tuvo nueve hijos. Sus esposas fueron Elsie Fischer, Ellen Lundstrom, Gun Hagberg, Kabi Laretei, e Ingrid Karlevo von Rosen.
    En 1976 se instaló en Alemania por problemas con el fisco sueco y al año siguiente estrenó «El huevo de la serpiente», su visión cinematográfica sobre el ascenso del nazismo.
    TESTAMENTO
    De vuelta a su país trabajó para los dramáticos de la televisión pública sueca y rodó «Fanny y Alexander» (1982), una obra sobre su infancia y su pasión por el espectáculo, que recibió cuatro Oscar – mejor película en lengua no inglesa, fotografía, decorados y vestuarios- y que es su testamento cinematográfico. De nuevo filmaba Bergman un compendio de su obsesiones: los temores religiosos, el cine, las relaciones familiares y de pareja y, cómo no, la muerte. Recurría otra vez a su biografía, de modo que el protagonista es un niño de doce años nacido en una familia de Uspala a principios del siglo XX.
    Impulsor y creador en 1988 de la Academia Europea de Cine, consideró que el teatro había sido «toda mi vida” y el cine como «un trauma y una pasión”. Con todo, en 2003 volvería a ponerse detrás de la cámara y codirigiría una película para la televisión sueca, «Sarabanda» después de haber rodado algunos telefilmes como «Después del ensayo» (1984), «Los dos bienaventurados» (1986) y «En presencia de un payaso» (1997). Escribió además guiones que fueron rodados por otros realizadores. El danés Billie August rodó «Las mejores intenciones» (1990) premiada en Cannes, y su ex compañera Liv Ulmann «Confesiones privadas» (1996) o «Infiel» (2000).
    Ignorado durante mucho tiempo en su país natal, acusado de acrecentar la fama de neuróticos de sus compatriotas, Suecia le rindió sólo en los últimos años de su carrera el reconocimiento que merecía como gran maestro del cine. Ahora se concede un Premio Bergman a los jóvenes talentos del cine sueco, un galardón considerado como el Oscar del país nórdico.
    En paralelo a su andadura cinematográfica y como dramaturgo y director de escena, desarrolló su carrera de escritor. Miembro de la Academia de las Letras de Suecia, Bergman reveló su vida privada y profesional en libros de corte memorialístico como «Linterna Mágica» (1987), «Imágenes» (1993) y «Niños del domingo» (1994), adaptado a la gran pantalla por su hijo Daniel, también director de cine. Ingmar Bergman también escribió novelas como «El quinto acto».
    Tras la muerte en 1995 de su última esposa, Ingrid, Bergman acostumbraba a pasar la mayor parte del año en la isla de Faaro, al norte de Gotland, paraje que sirvió de escenario para varias de sus obras, y donde falleció el 30 de julio de 2007.
    Su labor mereció todo tipo de distinciones. Miembro de la Legión de Honor francesa, fue premio Erasmus en 1965, Pirandello en 1971, Goethe en 1976 y Medalla de Oro del Academia Sueca en 1977. Cannes le otorgó la Palma de Oro por toda su carrera en 1997, un galardón que le negaría Hollywood.