FERNANDO FERNÁN GÓMEZ

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    Actor, director de cine y teatro, escritor y académico de la Lengua. Fernando Fernán-Gómez, nacido en Lima
    (Perú) en 1921, paseó su genio y figura con ironía, talento y brillantez. Él mismo se definió como «un tímido con mal carácter”; su fama de cascarrabias la cultivó para espantar a pesados. A lo largo de una carrera iniciada en 1943 interpretó más de 200 películas con las que acumuló numerosos premios, incluidos los Nacionales de Teatro (1985) y Cinematografía (1989) o el Príncipe de Asturias de las Artes (1995), además de los siete Premios Goya y otros galardones de los festivales internacionales de cine de Berlín y Venecia.

    Fernán Gómez, que estuvo casado con Maria Dolores Pradera y con la actriz Emma Cohen, falleció en Madrid el 21 de noviembre de 2007 a los 86 años de edad, a consecuencia de una insuficiencia cardiorrespiratoria.

    Tras nacer circunstancialmente en Lima, lugar en el que su madre, la actriz Carola Fernán Gómez se encontraba de gira con su compañía de teatro, e inscrito como ciudadano argentino en Buenos Aires, Fernando Fernán Gómez llegó a España con su abuela materna, que desde entonces se encargó de su educación. En 1930 entró en el cuadro artístico de su colegio para un pequeño papel de camarero en la obra de Vital Aza «El padrón municipal”. Tras cursar el bachillerato, no pudo estudiar Filosofía y Letras por el comienzo de la Guerra Civil. En 1939, entró de meritorio en dos compañías, y en una de Laura Pinillos fue descubierto por Jardiel Poncela, quien le asignó un pequeño papel en «Los ladrones somos gente honrada», obra estrenada en 1940 en el madrileño Teatro La Comedia.

    En 1943 fue contratado por la productora cinematográfica CIFESA para «Cristina Guzmán”, película dirigida por Gonzalo Delgrás y comenzó un intenso trabajo cinematográfico: «El destino se disculpa” (1944), «Domingo de Carnaval” (1945), «Botón de ancla” (1947), «La mies es mucha” (1948), «Vida en sombras» (1948), «Balarrasa” (1950), «Esa pareja feliz” (1951), «La vil seducción” (1968) o «Ana y los lobos” (1972).

    Esta última película abrió una fructífera etapa como intérprete. De ese largo etcétera son ejemplos «El
    espíritu de la colmena” (1973), de Víctor Erice; «El amor del capitán Brando” (1974), de Jaime de Armiñán; «Pim, pam, pum, fuego” (1975), de Pedro Olea; «El anacoreta” (1976), de Juan Estelrich; «Mamá cumple cien
    años” (1979), de Carlos Saura; «La colmena” (1983), de Mario Camus; «La lengua de las mariposas” (1999), de
    José Luis Cuerda; o «En la ciudad sin límites” (2001), de Antonio Hernández.

    DIRECTOR, LITERATO Y ACADÉMICO

    Fernán-Gómez desarrolló, igualmente, una gran labor como director. A sus filmes primerizos como «Manicomio” (1952), «El malvado Caravel” (1955), «La vida por delante” (1958) y «La vida alrededor” (1959) siguieron los conocidos «Sólo para hombres” (1960) y «La venganza de Don Mendo” (1961). Poco después llegaron «El mundo sigue” (1963) y «El extraño viaje” (1964), dos títulos emblemáticos en la historia del cine español. El teatro fue otra de sus grandes conquistas. En 1960 creó su compañía y dirigió y/o actuó en obras propias como sus populares «Las bicicletas son para el verano” (1982), llevadas al cine por Jaime Chávarri en 1983.

    La literatura forma parte de su variedad de facetas y recursos creativos. Fernán Gómez se reveló como
    novelista con «El vendedor de naranjas”, que publicó en 1961. En 1985 vio la luz el que en otro tiempo fuera
    un serial radiofónico, «El viaje a ninguna parte”, al que siguieron otros títulos como «El actor y los demás”
    (1987); los dos volúmenes autobiográficos de «El tiempo amarillo” (1990); o «La Puerta del Sol” (1995).

    Miembro del Patronato del Instituto Cervantes, fue elegido el 17 de diciembre de 1998 Académico de la Lengua para ocupar la vacante del poeta y lingüista Emilio Alarcos (sillón B) e ingresó en esta institución el 30 de enero de 2000 con el discurso «Aventura de la palabra en el siglo XX”.

    Ni su débil salud detuvo a este trabajador infatigable que en 2000, casi octogenario, estrenó en Bilbao la comedia escrita tiempo atrás «Los invasores del palacio” y protagonizó el largometraje de Javier Aguirre «Voz”, basado en un monólogo del irlandés Samuel Beckett, y el primero hasta ahora filmado en un solo plano.

    Su trayectoria ha sido reconocida en multitud de ocasiones. En el currículum de este coloso del cine y el teatro español figuran los Premios Nacionales de Teatro (1985) y Cinematografía (1989), el Príncipe de
    Asturias de las Artes (1995) y tres Osos del Festival de Berlín: dos de Plata al mejor actor por las cintas de Juan Estelrich «El anacoreta” (1976) y de Jaime de Armiñán «Stico” (1984), y el tercero, honorífico, que le fue otorgado en 2005.

    Además, ha obtenido siete Premios Goya. En 1987 logró cuatro de estos galardones, tres con «El viaje a ninguna parte” (película, guión y dirección) y un cuarto con «Mambrú se fue a la guerra” como mejor actor. Por la primera de estas dos últimas películas, la Asamblea de Directores y Realizadores Cinematográficos de España (ADYRCE) le eligió mejor director y actor. Su quinta y sexta estatuillas fueron como mejor actor por los trabajos de Fernando Trueba «Belle Epoque” (1992), Oscar a la mejor cinta en lengua no inglesa, y de José Luis Garci «El abuelo” (1998), respectivamente. Y su séptimo Goya por el guión adaptado de la película «Lázaro de Tormes” (2001). La Academia Española de Cine le concedió, además, su Medalla de Oro (2001).

    En 2006 los realizadores David Trueba y Luis Alegre le dedicaron en el Festival de San Sebastián «La silla de Fernando”, fruto de una extensa conversación filmada en su casa de las afueras de Madrid. Según David Trueba, descubre una personalidad «muy alejada del arquetipo de hombre hosco y huraño que con frecuencia acompaña su imagen pública”.
    HAN DICHO DE ÉL….

    Pedro Almodóvar:

    «Si hay un artista que represente la historia del cine español desde sus inicios hasta nuestros días, ése es Fernando Fernán-Gómez. No sólo por su presencia constante (debutó en el 43 con Juan de Orduña y continuó trabajando hasta el año pasado con el joven Gustavo Ron en Mia Sarah), sino por la eficacia y excelencia de todos sus trabajos”.

    Gonzalo Suárez:

    «Conocí a Fernando Fernán-Gómez un 5 de enero de 1963 en Barcelona. Él interpretaba a Bernard Shaw y yo hacía periodismo bajo el pseudónimo de Martín Girard. Según me confesó, tenía en común con Bernard Shaw una cierta tendencia a la amargura y, desde niño, le atormentaba ser pelirrojo. «Yo no era como los demás», me dijo, «era pelirrojo y jugaba mal a todo». Yo acababa de verle actuar y me creía estar hablando con el mismísimo Bernard Shaw y, para mí, nunca dejó de ser Bernard Shaw. Por supuesto, no he conocido a Bernard Shaw en persona, pero estoy seguro de que el autor en cuestión no me habría suscitado la admiración, cariño y respeto que Fernando Fernán-Gómez no ha dejado de inspirarme como escritor, director y actor. Buenas noches, genio”.

    Imanol Arias:

    «Fernando Fernán-Gómez ha sido, para los actores, el ejemplo vivo del actor sensato, el de mayor talento, el de la voz telúrica que se acomodaba muy bien a los tiempos, a las sensaciones que tiene hoy el mundo. Para algunos privilegiados, fue el amigo de las charlas interminables, llenas de sabiduría. Para mí,

    personalmente, el mayor ejemplo de un actor grande que he tenido delante. Como recuerdo personal, me quedo

    con las charlas en el camerino de «Cuéntame”, vestido de sacerdote, en las que nos enrolábamos en

    conversaciones muy sesudas y profundas que no eran sino una excusa para bajarnos una botella de vino de

    Ribera, menester en el que era harto hábil: hablar y beber a la vez”.

    Cayetana Guillén Cuervo:

    «Me tuvo en sus brazos en mi bautizo. Y en sus rodillas entre las uvas de cada Nochevieja que compartía con la soledad de los demás. Le contemplé entre cajas y vi cómo sus pies se enredaban en los tacones de mi madre, y la voz de mi padre, desgarrada. Compartieron autores, escenarios y sueños, y el dolor de una vida

    cuestionada y prohibida por un régimen que aborrecía su sensibilidad, su fuerza para explicar a los demás el

    otro lado de las cosas”.

    Ángeles González Sinde:

    «No hay nadie que esté a la altura del hueco dejado por Fernando Fernán-Gómez como actor, director y autor de guiones, obras de teatro y novela, su sombra es enorme. He visto tantas películas suyas desde que era pequeña que para mí es como si fuera alguien de mi familia. Ha representado una de las personalidades más importantes de la historia de España del siglo XX».

    Aitana Sánchez-Gijón:

    «Ha sido uno de los últimos actores de esa gran estirpe que nos está dejando poco a poco. Como persona no le conocía mucho, pero cuando rodé con él a finales de los ochenta me encontré una persona afable y cariñosa, nada que ver con esa fama de cascarrabias que tenía”