ANA MARISCAL

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    Ana María Arroyo Mariscal, conocida artísticamente como Ana Mariscal fue actriz, directora y productora cinematográfica española, además de escritora. Con el tiempo los críticos la valoran como una de las mejores directoras del cine europeo del siglo xx.

    Nacida en Madrid el 31 de julio de 1923, debutó en el cine por casualidad: siendo estudiante de Ciencias Exactas y al mismo tiempo que su afición por el teatro le hacía actuar con grupos de aficionados, acompañó a su hermano, el actor (y director) Luis Arroyo, al rodaje de la película «El último húsar» (1940), de Luis Marquina; el director se fijó en ella y decidió que interviniese en el filme.
    Un año después protagonizaba «Raza», de José Luis Sáenz de Heredia, junto a Alfredo Mayo, y se convertía en una de las grandes estrellas del cine español del momento. Inicia así una trayectoria plagada de grandes éxitos en la pantalla grande y que se prolonga durante más de una década. Rueda durante ese tiempo, entre otras, «Vidas cruzadas» (1942), de Luis Marquina; «Mañana como hoy» (1947), de Mariano Pombo; «La princesa de los Ursinos» (1947), de Luis Lucia; «El tambor del Bruch» (1947), de Ignacio F. Iquino; «Pacto de silencio» (1949), de Antonio Román; «Un hombre va por el camino2 (1949) de Manuel Mur Oti o «La reina del Chantecler» (1962), de Rafael Gil.

    Compagina su presencia en la gran pantalla con notables interpretaciones sobre los escenarios, donde había debutado al inicio de la década en el Teatro María Guerrero, de la mano de Luis Escobar. Tras trabajar en el Teatro Nacional, forma su propia compañía con la que marcha en gira a Argentina.
    Al iniciarse la década de los cincuenta, comienza a espaciar sus apariciones como actriz y crea la productora Bosco Films. Poco después comienza a producir, dirigir y escribir los guiones de sus propias películas. Debuta como realizadora. con «Segundo López» (1952). Rodada con muy pocos medios y un subrayado tono neorrealista, narra las andanzas de un pueblerino en el Madrid de la época, pero su fracaso económico la obliga a estar cinco años sin dirigir y a cambiar de tema y estilo. Su segunda película como productora y directora es «Con la vida hicieron fuego» (1957), un folletín con resonancias políticas en tomo al tema de la guerra española, pero que tampoco tiene el menor éxito. Sería en 1963, con «El camino», cuando logró el reconocimiento de la crítica a su labor detrás de la cámara.
    Ello no le impidió seguir actuando a las órdenes de otros directores, si bien de manera mucho más esporádica; estuvo presente, pues, en títulos de enorme repercusión comercial en su momento, como «Jeromín» (1953), de Luis Lucia; «Un día perdido» (1954), de José María Forqué; «Morena Clara» (1954), de Luis Lucia; «En carne viva, Bacará», de Kurt Land; Enigma de mujer, de Enrique Cahen Salaberry; Los maridos de mamá, de Edgardo Togni, o «La violetera» (1958), de Luis César Amadori.

    En sus últimos años vivió voluntariamente apartada del mundo del espectáculo y se dedicó por completo a la literatura. Falleció en Madrid el 28 de marzo de 1995, a los 71 años, a consecuencia de un cáncer.