Intérpretes
Sinopsis
Max Skinner (Russell Crowe) es un experto en el mundo de las inversiones y las finanzas que vive centrado en su carrera profesional en Londres. Poderoso, influyente, déspota y un tanto engreído es envidiado y odiado por todos los que le rodean. Su triunfo está en perfecta consonancia con su filosofía: ganar no lo es todo, ¡es lo único que hay! Engreído y seguro de sí mismo, cabezota y bien parecido, Max se ha especializado en comercio de bonos. Tiburón financiero a orillas del Támesis, Max devora a sus competidores en un intento de hacerse con el mercado europeo. Su última conquista ha dado como rédito un beneficio neto de siete cifras, con gran pesadumbre para sus rivales vestidos primorosamente en Saville Row. El triunfo de Max está en perfecta consonancia con su filosofía: ganar no lo es todo, ¡es lo único que hay! Muy poco después, Max recibe una carta desde Francia que contiene malas noticias: su viejo tío Henry (Albert Finney) ha fallecido. Max, el pariente más cercano de Henry, es el único beneficiario de su herencia: una finca que incluye una casa de campo en Provenza y un viñedo, La Siroque, en la que Henry ha estado cultivando vides durante más de treinta años. Max viaja hasta la casa de campo en la que pasó las vacaciones de los veranos de su infancia con su excéntrico tío, a quien no ha visto o escrito en años. Mientas Max atiende a los asuntos legales de su herencia e intenta vender la finca, se encuentra suspendido de empleo y sueldo por su firma, pendiente de una investigación por una más que cuestionable transacción de bonos. Con su futuro en Londres en el aire, Max a regañadientes empieza a habitar en la casa de campo. Se reúne con el veterano cuidador de las viñas de la finca, Francis Duflot (Didier Bourdon), que todavía se encarga de las vides después de tres décadas, a quien Max recuerda de sus visitas infantiles. La exuberante mujer de Duflot, Ludivine (Isabelle Candelier), la casera de la finca, recibe a Max de forma muy cálida. Max no tiene muy claro si sabrá hacerse a la vida en el sur de Francia ni si sentirá cómodo allí. Llama a su mejor amigo, el agente inmobiliario de Londres Charlie Willis (Tom Hollander), para preguntarle qué papel puede desempeñar hacer un pequeño viñedo y una finca como La Siroque en el mercado actual. Charlie le advierte a Max que las pequeñas bodegas con un buen producto pueden generar varios millones de dólares, pues el vino de boutique, elaborado en pequeñas cantidades, es lo más en las tiendas de vino. Es dinero en el banco para Max si al final pierde su trabajo. Mientras Max recupera con cariño los recuerdos de sus veranos pasados (junto a un hombre cuya sabiduría y filosofía ayudaron a Max a dirigir su exitosa carrera), aun contemplando un oscuro futuro, surge un contratiempo con la repentina llegada de una decidida chica veinteañera de California llamada Christie Roberts (Abbie Cornish). Christie, natural del Valle de Napa, alega ser la hija ilegítima de su fallecido tío. La revelación, de ser cierta, le convierte en prima de Max y, de acuerdo con la ley francesa, en la beneficiaria de La Siroque. Sospechando que Christie quizás sea una impostora, Max indaga en su pasado haciéndole mil y una preguntas, mientras anda a la greña con ella por el destino de la bodega, cuyo vino está a la altura del peor vinagre que se pudiera imaginar. Max, que ha probado el terrible vin de pays (vino de mesa) de La Siroque, también encuentra algunas botellas en la bodega del tío Henry con el nombre de Le Coin Perdu (El Rincón Perdido). Este misterioso y legendario vino de garaje se ha vendido a miles de dólares en el mercado negro durante años, según Fanny Chanel (Marion Cotillard), la atractiva propietaria de un café local por la que Max se ha sentido atraído. ¿De dónde sale ese vino y por qué insiste tanto Duflot en seguir en La Siroque sea cual sea el destino del viñedo? Y, ¿qué decir de algunas vides muy poco comunes descubiertas en la finca por Christie, que el brusco vinatero argumenta que son un experimento y un afamado enólogo ha estimado de escaso valor? Los recuerdos de Max y el transcurso del tiempo sacan a relucir emociones y sentimientos que pensaba ya perdidos, y le permiten tener en nueva estima la filosofía de vida de su fallecido tío Henry y de la vida en la Provenza: “No hay ningún otro lugar en el mundo en el que uno pueda estar atareado haciendo tan poca cosa ¡y disfrutándolo tanto!” Allí acabará descubriendo un nuevo estilo de vida más apacible y relajante que le transformará para siempre.