SUEÑO Y SILENCIO (2012)

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    Titulo original: Sueño y silencio
    Año: 2012
    País: España - Francia
    Duración: 110 min.
    Dirección: Jaime Rosales
    Guión: Jaime Rosales y Enric Rufas

    Intérpretes

    Yolanda Galocha, Oriol Roselló, Jaume Terradas, Laura Latorre, Alba Ros Montet, Celina Correas, Miquel Barceló

    Premios

    Seleccionada para la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes.

    Sinopsis

    La película sigue a Oriol (Oriol Roselló) y Yolanda (Yolanda Galocha), un matrimonio español con dos hijas de corta edad que viven en París. Él es arquitecto y ella da clases de español. Durante unas vacaciones en el Delta del Ebro, un accidente de coche transforma sus vidas. Muere una de las hijas y el padre queda amnésico. Cuando se recupera no recuerda nada de la hija fallecida, como si no hubiese existido nunca.

    Comentario

    Con cuatro trazos, los de un pintor en su cuadro; los de la mujer que se maquilla ante el espejo, una niña pensativa o el arquitecto que explica su proyecto, Jaime Rosales describe todo, personajes y escenario, en apenas quince minutos. Nos mete de lleno en una familia real y un entorno concreto. Y también con cuatro largometrajes, el autor de “Las horas del día”, “La soledad” y “Tiro en la cabeza” explica, otra vez a la perfección, su tabla de intereses en este mundo: siempre la muerte cerca. Y siempre la vida empujando. Se aferra Rosales a detalles minúsculos de lo cotidiano presintiendo, con razón, que de ellos ha de surgir el prodigio, la sustancia de las cosas; rebusca sólo entre lo corriente, para luego reciclarlo y traducirlo en algo extraordinario; ayudado, para más señas, de la pura improvisación. La cámara le lleva a él y no al revés; se diría que espera con una mezcla de serenidad y tensión el “momento mágico”, lo atrapa y lo ofrece después como fruto maduro. Es su regalo, un modo de hacer Cine mayor, distinto y distintivo. Ejemplar, su manera de elegir las imágenes, en blanco y negro; modélica, la naturalidad de los actores. Y emocionante, la aséptica aproximación al drama sin disimulos, sin otra compañía que la absoluta moderación. Todo resulta, por tanto, mucho más doloroso aún, más inquietante, más profundo. Es, ni más ni menos, que el lenguaje de un cineasta singular y nunca sumiso a los códigos habituales. La expresión de un realizador mayúsculo.