Titulo original: Simón del desierto
Año: 1965
País: México
Duración: 42 min.
Dirección: Luis Buñuel.
Guión: Luis Buñuel y Julio Alejando, basado en hechos reales.
Música:
Raúl Lavista.
Temas musicales: "El himno de los peregrinos", saetas y tambores de la Semana Santa en Calanda
Intérpretes
Claudio Brook, Silvia Pinal, Hortensia Santoveña, Luis Aceves Castañeda, Enrique Álvarez Félix, Antonio Bravo, Enrique del Castillo, Jesús Fernández Martínez, Enrique García Álvarez, Eduardo MacGregor, Francisco Reiguera, Armando Coen y Glauber Rocha.
Premios
Premio Especial del Jurado y Premio Fipresci de la Mostra Cinematográfica de Venecia.
Sinopsis
Simón (Claudio Brook) es uno de los numerosísimos estilitas que proliferan en Egipto al comienzo de la Era Cristiana, santos o ascetas que, sobre lo alto de una columna, oraban en medio del desierto. A sus pies se agrupan los creyentes, a los cuales predica. Así pasa catorce años en que le suben la comida con una cuerda. Un rico devoto le obsequia una mejor columna y Simón realiza el milagro de devolverle las manos a un mutilado (Enrique del Castillo). Emprende sabrosas discusiones con los monjes; realiza milagros, ante la total indiferencia de todos, que no se los celebran; se entretiene con un pastor enano (Jesús Fernandez); lucha con las tentaciones del Diablo, que se le aparece bajo la forma de una bella mujer (Silvia Pinal); bendice todo lo que ve, bueno o malo, incluso insectos. Al final Satán consigue trasladarlo al Nueva York de la época, donde Simón contempla un cabaret nocturno donde la gente, ajena a sus enseñanzas, baila desaforadamente. Sus ideales cristianos se desmoronan ante la realidad, sin poder transformarla, y el santo terminará sumido en la duda, bajo la forma de un epílogo alegórico.
Comentario
Una de las más provocadoras parábolas de Luis Buñuel, hilarante, retadora e inacabada. Luis Buñuel toca otro de sus temas favoritos, la religión y su inutilidad a lo largo de la historia. De nuevo, fe, el ser humano y sus contradicciones son temas presentes en una obra llena de humor que tiene un final ciertamente sorprendente. La película iba a constar de dos partes, una con Simón subido en su columna del desierto en los primeros años del cristianismo y una segunda en el Nueva York de los 60 a dónde le trasladaba el Diablo y donde Simón descubría como ideales cristianos se desmoronan ante la realidad, sin poder transformarla, y como el santo terminaría sumido en la duda, bajo la forma de un epílogo alegórico. De esta segunda parte apenas queda una breve secuencia ya que problemas de producción impidieron a Buñuel que completase la película, quedando sólo los 42 minutos que rodó. Es el último filme de la etapa mexicana del director, que posteriormente se trasladaría a Francia, donde proseguiría con su ejemplar trayectoria cinematográfica.