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Sinopsis
1962: un coche de línea entra en la periferia de Madrid. Recorre las calles del extrarradio ante la mirada atónita de María que siempre pensó que la capital sería un lugar más hermoso. Por fin, el autobús llega a su destino en la calle “Isla Malaíta” del barrio de Peñagrande. Se trata de una residencia del Patronato de la Mujer donde van a parar jóvenes solteras que han sufrido la deshonra de quedar embarazadas. En aquellos años, el “Patronato de la Mujer” era una Institución dependiente del Ministerio de Justicia que velaba por la salud moral de las mujeres. Bastaba con una denuncia de un vecino diciendo que una mujer llevaba una “vida licenciosa” para que la enviaran a un reformatorio. Y si se trataba de un embarazo, entonces su destino era la residencia madrileña. Esta es la historia que nos cuenta María. Tenía 16 años y estaba embarazada cuando atravesó las puertas de aquel lugar, donde pasó su embarazo y los primeros meses con su hijo, en un régimen casi carcelario, acusada del crimen de ser una “pecadora”, lo que la privaba del derecho a casi todo. Y nunca ha podido olvidar cada uno de los detalles de aquel viaje que transformó su vida de niña de colegio de monjas, en la dura vida de una madre soltera, estigmatizada por el hecho de serlo en la España franquista. El testimonio de María inicia el recorrido por la vida de una serie de mujeres que crecieron en esas décadas. Entre todas articulan el retrato de varias generaciones que vivieron su juventud y su madurez en los años del franquismo, cuando a las mujeres se las consideraba ciudadanas de segunda categoría. Pilar, que tuvo el valor de separase de su esposo cuando nadie lo hacía, pero tuvo que aceptar volver a vivir bajo la tutela de su padre para poder sobrevivir. Segunda, a quien le hubiera gustado disfrutar del sexo, pero confiesa que hasta que fue muy mayor no supo lo que era un orgasmo. Conchi, que desde muy joven tomó la decisión de que quería tener como compañera a otra mujer, pero jamás se atrevió a vivir con ella. Josefa, que siempre quiso aprender a leer y tuvo que hacerlo ella sola, juntando las letras y deduciendo su significado. Valentina, que fue comadrona y vivió de cerca lo inhumano de los abortos clandestinos. Alicia, que viu frustrados sus intentos para trabajar en lugares donde siempre escogían a un hombre antes que a ella Asunción, que tuvo que sacar adelante, ella sola, a sus hijos porque mientras una mujer adúltera podía ser condenada a la cárcel, un hombre podía abandonar a su familia sin ningún castigo. Romana, que estudió derecho cuando muy pocas mujeres lo hacían. Al quedar viúda toma consciencia de que este hecho cambió radicalmente su vida, ya que cuando las mujeres perdían al marido quedaban a merced de la familia, los trabajos precarios o la beneficencia. Filomena, a la que le hubiera gustado ser pintora o periodista pero siempre fue consciente de que no podía elegir su destino y hoy en día intenta recuperar el tiempo perdido escribiendo los libros que siempre quiso. Ana, que soñó con ser actriz, o bailarina; soñó con poder trabajar mano a mano con otros compañeros y compañeras, pero cuando se casó supo que, desde ese momento, todo había acabado para ella y que pasaba a ser solamente “Señora de”.