Intérpretes
Premios
Espiga de Oro de la Semana Internacional de Cine de Valladolid.
Sinopsis
Es una tarde de verano como otra cualquiera, en la que Harry (Jared Leto) le está robando la televisión a su madre ayudado por su amigo Tyrone (Marlon Wayans), la van a llevar a un prestamista que les ofrece siempre el mismo dinero, que luego gastan en adquirir heroína; ya han hecho esto otras veces, por lo que el hombre ya les conoce, así como a su madre, Sara (Ellen Burstyn), a la que luego vuelve a vender la televisión, cerrando un ciclo que se ha repetido demasiadas ocasiones. Harry y Tyrone se drogan para pasar el rato, para no estar ociosos. Un día deciden comenzar a traficar, así matan dos pájaros de un tiro, por un lado tienen para consumir ellos, y por otro ahorran un dinero que deciden guardar en una caja. El negocio empieza a ir muy bien y Harry hace planes con su novia Marion (Jennifer Connelly), una chica bien, también drogadicta; juntos piensan en abrir una tienda de ropa; en la que ella se encargará de todo; empiezan a formarse ilusiones, a hacer castillos de arena; se sinceran mutuamente, recurriendo al otro para redimir años de aislamiento y dolor. Todo va viento en popa, la caja está rebosante de billetes, así que Marion y Harry deciden regalar un televisor nuevo a la madre de éste. Pero desconcertado comprueba que su madre no está bien. La gruesa Sara ha iniciado una peligrosa dieta de adelgazamiento para aparecer más bella en público, su única evasión son las anfetaminas y la televisión. Sin embargo, ocurre un hecho que les va a cambiar por completo sus planes. El camello que les pasaba la droga es tiroteado, y Tyrone es encarcelado; la fianza acaba con todos sus ahorros lo que da lugar al comienzo de una época de vacas flacas. Descubren que cada vez dependen más de su dosis, y lo que había empezado cómo casi un juego se ha convertido en una adicción que poco a poco les está destruyendo. No pueden rehacerse, pues no tienen dinero; y lo que es peor cada vez es más difícil conseguir heroína, aunque sólo sea para consumo propio. Los momentos idílicos de Harry y Marion son cada vez menos frecuent