PROMÉTEME

    50
    Titulo original: Zavet / :Promets-moi
    Año: 2007
    País: Serbia – Francia
    Duración: 137 min.
    Dirección: Emir Kusturica
    Guión: Emir Kusturica
    Música: Stribor Kusturica

    Intérpretes

    Uros Milovanovic, Marija Petronijevic, Aleksandar Bercek, Miki Manojlovic, Ljiljana Blagojevic, Ivan Maksimovic, Kosanka Djekic, Stribor Kusturica, Vladan Milojevic, Stanoje Bogicevic, Slavko Tosic, Zeljko Terzic, Nenad Filipovic, Mihajlo Todorovic, Marija Kovacevic, Mitar Krsmanovic, Milovan Podgorica, Dragan Zurovac, Milan Janjusevic, Obrad Djurovic, Ninoslav Culum, Milojka Andric, Emilija Vukotic, Aleksandar Siks Prodanovic, Milica Radomirovic y Momcilo Muric.

    Premios

    Presentada en competición en el Festival Internacional de Cine de Cannes

    Sinopsis

    Tsane (Uros Milovanovic) vive con su abuelo Zivojin (Aleksandar Bercek) y su vaca, Cvetka, en la remota cima de una montaña. Exceptuando a su vecina, la profesora, ellos son los únicos habitantes del pueblo. Un día, el abuelo de Tsane le dice al chico que se está muriendo, y le hace prometer que irá al otro lado de las tres montañas, a la ciudad más próxima, y venderá su vaca en el mercado. Con el dinero tendrá que comprar un icono religioso, después algo que él realmente quiera y, finalmente, deberá encontrar una esposa para traer a casa. La ciudad está a dos días andando, por encima de tres montañas. Tsane sabe que se ha llegado cuando ve las luces al final del camino, que hacen resplandecer el cielo de la noche y le mantienen despierto. Para el joven el viaje ha valido la pena. Cvetka es una bonita vaca y Tsane va a sacar dinero por ella. El problema es que él nunca ha visto el dinero y no sabe contar más de 10. Tsane casi vende la vaca por cacahuetes a dos granjeros encantados de su ignorancia. Afortunadamente, Milun, un amigo del padre de Tsane, interviene. El chico es igual que su padre aunque él no lo sabe porque sus progenitores murieron cuando él era muy pequeño. Gracias a Milun, Tsane tiene un montón de dinero en su bolsillo y puede comprar el icono. Sabe que nunca volverá a estar solo porque puede hablar con el icono igual que lo hace con su abuelo. La tercera promesa que le hizo a su abuelo le parece la más complicada. ¿Cómo conseguirá volver a su casa con una esposa antes de que su abuelo muera? Tsane empieza la búsqueda de una por toda la ciudad. Busca y busca, sin saber que observar a las chicas jóvenes le puede traer problemas. Es entonces cuando conoce a Jasna (Marija Petronijevic) que, como siempre, llega tarde a la escuela. Él se hace ilusiones con ella y le da la buena noticia, se van a casar. Pero, por alguna razón, ella no acepta. Ya se lo había advertido su abuelo: Las mujeres son criaturas extrañas. Como la cuarta promesa que le hizo a su abuelo es comprar un souvenir, intenta comprar a Jasna. Después de todo, la madre de ella (Kosanka Djekic) está contenta de venderla. Pero Jasna obliga a su madre a devolverle el dinero que le ha dado por ella. Rechaza ser vendida a Tsane y esto le da una idea: Quizá pueda comprar a Jasna algo que ella realmente quiera.

    Comentario

    Divertida, conmovedora, pintoresca y poética, la película ofrece la visión de otro mundo a la vez que trata de valores universales. Emir Kusturica firma una película vitalista y divertida, que se va apoyando en cuatro promesas de un abuelo a su nieto, una vaca, un icono, una esposa y un recuerdo, para mostrar en un universo barroco y enloquecido, la petición que le hace un hombre mayor que siente próxima su muerte a su joven nieto que nunca a abandonado la aldea en la que viven: que viaje a la gran ciudad con la vaca y un icono religioso para que los venda y se busque una novia. Todo ello envuelto en una atmósfera y muy loca, llena de música y de personajes estrafalarios. La película se puede ver como una continuación, más en el ambiente que en los personajes, del anterior filme del director, “La vida es un milagro”. Incluso parte de los decorados construidos para aquella película en el pueblo serbio de Küstendorf, no lejos de donde vive Kusturica, los reutilizó en este filme. Kusturica sigue fiel a sus influencias del gran guiñol creado por Federico Fellini, debidamente trasplantado a la ex Yugoslavia de hoy, en la que todos los personajes parecen vivir en un mundo propio y absurdo: Desde el abuelo, inventar de mil trampas para detener y espiar a los habitantes que llegan al lugar, al muchacho aún adolescente, a los músicos, siempre presentes en la obra de este director o incluso a un hombre bala, que sobrevuela casas y campos durante todo el filme.