PEPPERMINT FRAPPÉ (1967)

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    Titulo original: Peppermint Frappé
    Año: 1967
    País: España
    Duración: 92 min.
    Dirección: Carlos Saura
    Guión: Rafael Azcona, Angelino Fons y Carlos Saura
    Música:

    Luis de Pablo.
    Temas musicales: “Peppermint frappe”, interpretado por Los Canarios; y «El Misterio de Elche», de Óscar Esplá.


    Intérpretes

    Geraldine Chaplin, José Luis López Vázquez, Alfredo Mayo, Ana María Custodio, Fernando Sánchez Polack, Emiliano Redondo, María José Charfole, Francisco Venegas, Pedro Luis Lozano y Víctor Manuel Moreno.

    Premios

    Festival Internacional de Cine de Berlín: Oso de Plata a la Mejor Película.
    Premios del Círculo de Escritores Cinematográfico: Medalla a la Mejor Película, al Mejor Director, al Mejor Guion, a la Mejor Fotografía y al Mejor Actor Protagonista (José Luis López Vázquez)


    Sinopsis

    Entre los recuerdos de los tambores de Calanda, en un olvidado Viernes Santo, Pablo (Alfredo Mayo) llega a Cuenca, y lo primero que hace es llamar al cuarentón Julián Fuentes, (José Luis López Vázquez) su amigo de la infancia, que es doctor y dirige una clínica de radiología en su residencia personal, asistido por una enfermera tímida y morena, de modales suaves, llamada Ana. (Geraldine Chaplin). Una tarde, Julián es invitado a la casa de la madre (Ana María Custodio) de su amigo Pablo, donde hay organizada una reunión de los dos compañeros de la infancia. Pablo es un aventurero carismático y sofisticado, que acaba de regresar de África, con la inesperada noticia de que se ha casado con una mujer joven rubia, bella, despreocupada y desinhibida llamada Elena (Geraldine Chaplin). Pablo le prepara a Julián una bebida, su cóctel favorito, peppermint frappe (menta con hielo picado), mientras esperan la entrada de Elena. La vista de la cautivadora Elena aturde Julián. Elena le recuerda a una misteriosa mujer que había visto tocando tambores durante la Semana Santa de Calanda. Ella insiste en que no lo conoce, que nunca lo ha visto antes, ni ha estado nunca en Calanda. A pesar de sus reproches, Julián se encuentra inmediatamente atraído por actitud cosmopolita de Elena. Durante los días siguientes a su primer encuentro, Julián vuelve cada vez más enamorado de la novia de Pablo y siempre encuentra un pretexto para pasar tiempo con ella. Mientras que Pablo está ocupado, Julián lleva a Elena de turismo por Cuenca. A pesar de su indiferencia por sus atenciones, la obsesión de Julián por Elena no disminuye. Frustrado por su incapacidad para ganar el afecto de ella, Julián vuelve su atención a su asistente en el laboratorio, Ana, que en secreto se consumía por Julián. Comienzan una relación en la que Julián manipula Ana, la coacciona a vestirse y a actuar como Elena. Aunque esté con Ana, Julián continúa intentándolo con Elena, pero ella se resiste con una burla abierta. Después de una broma de Pablo y de Elena, destinada a humillar a Julián, él comienza a planear una venganza en contra de la pareja. Recogiendo la curiosidad que siente Elena acerca de su relación con Ana, Julián invita a Elena y Pablo para reunirse con él y Ana en su casa de campo. Antes de que Pablo y Elena lleguen, Julián vierte lo que parece ser veneno, en una jarra que contiene peppermint frappé. Cuando Pablo y Elena llegan, Julián les dice que Ana va a llegar un poco tarde y les ofrece la bebida. Después de unos tragos, la pareja empieza a ridiculizar a Julián una vez más. Cuando sucumben al veneno, Julián lleva sus cuerpos a un coche, el que hace rodar hasta un precipicio, para dar la apariencia de que la pareja había muerto en un accidente automovilístico. De regreso a su casa de campo, Julián encuentra Ana ya vestida como la mujer de Calanda y ambos se abrazan.

    Comentario

    Una de las películas más prestigiosas de Carlos Saura. Planteada como homenaje explícito a la figura magna de Luis Buñuel, marcó el comienzo de la colaboración de Saura con la actriz Geraldine Chaplin, a la cual también estaba vinculado sentimentalmente, y el guionista Rafael Azcona. Análisis de la pareja burguesa española, escrito con fina observación en el personaje femenino por parte de los guionistas Angelino Fons y Carlos Saura, y con sorna lacerante y romántica en el protagonista masculino por parte de Rafael Azcona. Realizado con un distanciamiento, alegría, sentido del juego y del humor, novedosos hasta entonces en el cine de Carlos Saura. Una planificación con implacable gusto por el detalle y el plano medio exclusivamente, y con una movilidad de cámara que revela el gusto musical de Carlos Saura, consiguen de la película una muestra casi surreal y onírica de la realidad. La utilización de la belleza de una Cuenca otoñal, la iluminación y composición de Luis Cuadrado, sencillamente descomunales, la excelencia autoparódica de Geraldin Chaplin y excelente trabajo de José Luis López Vázquez, añaden a esta obra personal, autoral y emocionada, cargas de profundidad de muchos quilates, que la convierten en algo esencial en la historia del cine de esos años en nuestro país.