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Sinopsis
Finales de marzo de 1939. El frente republicano se desmorona y la esperada ayuda de las democracias europeas no llega. El 1º de abril, con la entrada en Madrid de las tropas de Franco, termina la Guerra Civil Española. Temiendo la sangrienta represión que se avecinaba, muchos republicanos huyen del país pero otros no pueden o no quieren. Franco promete que solamente serán castigados los que tengan las manos manchadas de sangre. Y ninguna de un grupo de chicas las tiene. Como Carmen (Nadia de Santiago), por ejemplo, de 16 años, que militaba en las Juventudes Socialistas pero nunca tuvo un arma. Ni su amiga Virtudes (Marta Etura), que servía en casa de unos nuevos ricos franquistas y pasó la guerra dando de comer a ancianos y niños en el Socorro Rojo. O Julia (Verónica Sánchez), una cobradora de tranvías, que se había afiliado a las Juventudes Socialistas para poder hacer deporte en las instalaciones de la sede, que se siente atraída por Perico (Félix Gómez). Y el caso de Blanca Brisac (Pilar López de Ayala), hija de un judío francés, es todavía más sorprendente. Católica, votante de la derecha y madre de un hijo, su delito ha consistido en ayudar económicamente a un músico, Cánepa (Enrico Lo Verso), militante comunista, compañero de orquesta de su marido. Eran unas jóvenes con ilusiones, que tenían novio, que iban al cine o a bailar y se divertían como podían en aquellos duros y grises días de la posguerra. Las detienen al mes de acabar la guerra. Algunas se conocían entre sí pero otras no. Sufrieron duros interrogatorios policiales, son torturadas y finalmente fueron trasladadas a la cárcel de Ventas donde había miles de mujeres hacinadas en las celdas de una presión que dirigía con más voluntad que medios Carmen Castro (Goya Toledo). A las 13 detenidas, a las que sus compañeras bautizan como “las menores” por su corta edad, las incluyen en la misma causa bajo la acusación de ayuda a la rebelión y haber planeado un atentado contra Franco, un atentado irreal pero que daba base a la acusación. Todo muy abstracto, sin pruebas. Tanto ellas como sus familiares estaban tranquilos, como mucho les caerían unos cuantos años de cárcel. Pero unos días antes de que se celebrara el juicio se produce un atentado contra un militar franquista en el que mueren tres personas. Nada tienen que ver con ello las trece jóvenes porque estaban ya en la cárcel cuando ocurrió todo. Pero se fraguó una venganza y el Tribunal Militar las condena a muerte sin ninguna prueba y en menos de 48 horas son fusiladas. Carmen, la más joven de todas, la única superviviente, escucha desolada los trece tiros de gracia desde la ventana de su celda.