Titulo original: Salt of the Earth
Año: 1954
País: EE.UU.
Duración: 94 min.
Dirección: Herbert Biberman
Guión: Michael Wilson
Música:
Sol Kaplan.
Tema musical: "We Shall Not be Moved"
Intérpretes
Will Geer, David Wolfe, Mervin Williams, David Sarvis, Rosaura Revueltas, E.A. Rockwell, William Rockwell, Juan Chacón, Henrietta Williams, Ángela Sánchez, Clorinda Alderette, Virginia Jencks, Clinton Jencks, Joe T. Morales, Ernesto Velázquez, Charles Coleman, Víctor Torres, Frank Talevera, Mary Lou Castillo, Floyd Bostick, E.S. Conerly, Adolfo Barela, Albert Munoz y Elvira Molano.
Premios
Globo de Oro a la Mejor Película y Premio a la Mejor Actriz (Rosaura Revueltas) en el Festival de Cine de Karlovy Vary.
Sinopsis
En junio de 1951 una huelga paralizó el trabajo en una mina de zinc de Nuevo México, Estados Unidos. La compañía que la explotaba, llamada Empire, rechazó toda negociación con los mineros y la huelga se prolonga indefinidamente. Los mineros, organizados en piquetes ante la mina para impedir todo acceso de mano de obra, piden condiciones más seguras de trabajo y mejoras sanitarias en las viviendas que alojan a las familias de los mineros latinos, a quienes la compañía trata considerablemente peor que a los mineros anglos. Empire llega a obtener una orden judicial para prohibir el piquete de mineros pero alguien advierte que el documento no decía nada sobre las esposas de los mineros. La propuesta es entonces integrar los piquetes con mujeres y, aunque encuentra inicialmente cierta resistencia machista por parte de los huelguistas, finalmente es aceptada. La huelga se prolonga así hasta enero de 1952, cuando la compañía cede y acepta reiniciar las negociaciones.
Comentario
Gran película del director norteamericano Herbert Biberman que consiguió realizar, además de una producción de notable calidad fílmica, un manifiesto pro-humanista incontestable, que aboga por la abolición de cualquier forma de explotación y discriminación. Biberman tuvo muchos problemas para rodar la película, pero dicen que cada día se enfrentaba al rodaje con más fuerza si cabe, lo que no evitó que terminara arruinado al finalizarlo. Después llegarían los problemas para su exhibición en las salas. Incluida en la lista negra, durante el periodo de la “caza de brujas” por ser considerada subversiva y de izquierdas, la película supuso un gran acto de valentía, convicción y modernidad, en el sentido de defender, por primera vez en el cine, valores feministas. Respaldado por un reparto que procedía en su mayoría de actores no profesionales de la zona, como Juan Chacón -que presidía el sindicato de mineros desde 1950-; y otros con una corta carrera como Rosaura Revueltas -que incluso fue detenida durante la filmación por sus ideas feministas y tiempo después deportada-, Biberman transmite un mensaje de igualdad y reivindicación de los derechos laborales. Derechos que aún no están reconocidos en la mayor parte del mundo y que hacen que “La sal de la tierra” sea una película, además de poderosa, vigente. Los realizadores franceses Bertrand Tavernier y Jean-Pierre Coursodon llegaron a decir: “Esta película es probablemente una de las únicas obras no criticables de la historia del cine: su mayor mérito es el hecho mismo de su existencia”. Además, desde los noventa, La sal de la tierra figura en el registro de películas de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos por su importancia histórica y cultural.