LA HUELLA DEL SILENCIO

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    La pequeña Eliza Naumann (Flora Cross) deletrea palabras. Montones de palabras. Palabras complicadas. Palabras muy largas. Y con una desenvoltura y una inteligencia que sorprenden a todos los que están a su alrededor. A sus profesores, a sus compañeros de estudios. Pero en especial a los que la tocan más de cerca: a su padre, a su madre y a su hermano. La recién descubierta genialidad de Eliza va a cambiar para siempre las vidas de esas personas. Mientras Eliza se entrena para poner a prueba de forma definitiva su capacidad para deletrear, en el exigente Concurso Nacional de Ortografía de Washington D.C., su familia empieza a desmoronarse de forma simultánea. Efectivamente, cuanto más difíciles son las palabras que Eliza aprende a deletrear, más parece deteriorarse la comunicación a su alrededor. Su padre Saúl (Richard Gere), un profesor de estudios religiosos, ve algo trascendente en el mágico don de Eliza y empieza a enseñarle los secretos de la Cábala, una antigua forma de misticismo judío. Se empieza a obsesionar con sus victorias, viendo a través de ella el camino que conduce hacia Dios. Su madre Miriam (Juliette Binoche) ve en esa dedicación conjunta de Eliza y Saúl un doloroso recordatorio de la conexión que tuvo en tiempos con su marido y sus propios padres, los cuales fallecieron siendo ella una niña. Mientras tanto, Aaron, el hermano mayor de Eliza, (Max Minghella), que antes era el favorito de su padre, se revela contra esa falta de cariño, abriéndose a otras religiosas y buscando a la postre una conexión con una hermosa seguidora de los Hare Krishna (Kate Boswort). Con su familia desintegrándose delante de sus ojos, depende de Eliza, en un desesperado acto de generosidad y de amor, volver a juntar todos los fragmentos de ese mundo que se ha hecho añicos.