Titulo original: Le scaphandre et le papillon
Año: 2007
País: Francia - EE.UU.
Duración: 112 min.
Dirección: Julian Schnabel
Guión: Ronald Harwood, basado en la novela de Jean-Dominique Bauby.
Música:
Paul Cantelon.
Tema musical: "Excerpt".
Intérpretes
Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner, Marie-Josée Croze, Anne Consigny, Patrick Chesnais, Niels Arestrup, Olatz Lopez Garmendia, Jean-Pierre Cassel, Marina Hands, Max von Sydow, Isaach De Bankolé, Emma de Caunes, Jean-Philippe Écoffey, Gérard Watkins, Nicolas Le Riche, François Delaive, Anne Alvaro, Françoise Lebrun, Zinedine Soualem, Agathe de La Fontaine, Franck Victor, Laure de Clermont, Théo Sampaio, Fiorella Campanella, Talina Boyaci, Georges Roche, Yves-Marie Coppin, Virginie Delmotte, Daniel Lapostolle, Philippe Roux, François Filloux, Elvis Polanski, Cedric Brelet von Sydow, Sara Séguéla, Vasile Negru, Marie Meyer, Ilze Bajare, Anna Chyzh, Antoine Bréant, Azzedine Alaïa, Michael Wincott, Jean-Baptiste Mondino, Lenny Kravitz y Farida Khelfa.
Premios
Nominada al Oscar al Mejor Director, al Mejor Guión Adaptado y a la Mejor Fotografía
Premio al Mejor Director y Gran Premio Técnico del Festival de Cine de Cannes.
Premio del Público a la Mejor Película Europea en la sección Zabaltegi del Festival de Cine de San Sebastián.
Premios BAFTA de la Academia de cine Británico al Mejor Guión Adaptado. Nominada al BAFTA a la Mejor Película de habla no inglesa.
Globo de Oro al Mejor Director y a la Mejor Película de habla no inglesa. Nominada al Globo de Oro al Mejor Guión.
Sinopsis
En 1985, la edad de 43 años, Jean-Dominique Bauby, (Mathieu Amalric) carismático redactor jefe de la revista francesa Elle, sufre una masiva embolia. Salió de un coma 20 días más tarde y descubren que es víctima del «locked-in syndrome» (encerrado en si mismo) por lo que queda totalmente paralizado, no pudiendo moverse, comer, hablar ni respirar sin asistencia. Aunque mentalmente funcional, es como un prisionero de su propio cuerpo, siendo solo capaz de comunicarse con el exterior mediante el parpadeo de su ojo izquierdo. Forzado a adaptarse a esta única perspectiva, Baudy crea un nuevo mundo a partir de las únicas dos cosas sin paralizar: su imaginación y su memoria. En un hospital de Berk-Sur-Mer, una logopeda le enseña un código usando las letras más comunes del alfabeto utilizando el parpadeo de su ojo izquierdo. Mediante este parpadeo es capaz de deletrear letra a letra concienzudas palabras, frases y párrafos. Mediante este método es capaz de dictar una profunda aventura dentro del psique humano. Este método es capaz de abrir la prisión que resulta su cuerpo (la escafandra) permitiéndole planear sin límites el reino de la libertad (la mariposa).
Comentario
A vueltas siempre con la belleza, el polifacético Julian Schnabel nunca ha salido de ese descomunal desafío, de ese venenoso círculo, que sólo llega a colmarle cuando, como aquí, logra transmitir al menos un poco de su materia prima. Baquiat, el pintor y Reinaldo Arenas, el poeta también se dejan sentir ahora, están presentes de una u otra forma, son peldaños, que desembocan en esta explosión de belleza titulada “La escafandra y la mariposa”. Tras el accidente vascular que deja a un hombre reducido a la más mínima expresión, es justamente eso lo que se impone: la fuerza, tan brutal como desesperada, de esa expresión mínima. Y se impone además de tal forma que “La escafandra y la mariposa” se convierte inmediatamente en un cuento moral, en la parábola perfecta de la vida en el umbral de la no-vida. La lucha, como antídoto de la muerte. Suele decirse que nadie ha venido del otro mundo para contarlo. Pero Julian Schnabel a punto está de conseguirlo con imágenes poderosísimas. Porque no es sólo el protagonista el que entra en otra dimensión. Todos somos llevados de la mano de un director dotado aquí a partes iguales de ingenio y de elegancia. Las tomas tan peculiares, la fotografía onírica, el acierto al dejar palpable lo imposible hacen todo lo demás. Tan espectador es el paciente de su propia desdicha (que traduce luego en realización plena) como nosotros. Juntos hurgamos en ese agujero ni tan negro, ni tan destructivo. Y juntos, espectadores y protagonista, vamos descubriendo otra forma de vida con matices de plenitud. La sensibilidad de Julian Schnabel para mostrar un drama evidente es admirable; su sentido de la estética culmina en lo exquisito al acercarnos a la esencia humana. Pura filosofía existencial; y pura poesía formal. De esa forma compleja y evidente a la vez consigue no ya una película irrepetible sino una experiencia dignificante. La vida y la muerte: dos abstracciones, dos conceptos, sólo plenos de sentido cuando se sienten y se transmiten. Un juego de espejos, en realidad, que tiene mucho de borgiano, de aquel miedo al vacío y al absoluto que expresaba Borges.