Intérpretes
Sinopsis
La vida de Jack (Adam Sandler) era prácticamente perfecta, salvo un atormentador detalle: Jill (Adam Sandler), su hermana gemela. Cada año se ve obligado a tolerar la visita en el día de Acción de Gracias de su agobiante hermana, que se especializa en poner sus vidas patas arriba en cuestión de días. De críos, sus vidas estaban muy unidas. Pero desde que Jack se mudó, sus vidas han tomado rumbos muy diferentes. Jack se ha convertido en un exitoso y motivado publicista en Los Ángeles, con una vida amorosa estable con una bella mujer, Erin (Katie Holmes), y unos hijos preciosos, y entretanto Jill se ha quedado en la costa este ocupándose de sus padres. Actualmente se ven sólo una vez al año cuando Jill visita Los Ángeles por ese señalado día. El tiempo y la distancia han dejado huella en la relación y ahora Jack, lejos de disfrutar la visita anual de Jill, se ve obligado a soportarla. Jack y su gemela empiezan con mal pie, como siempre, y de la única forma que Jack puede hacer las paces es pedirle a Jill que se quede hasta la fiesta de Hanukkah, para darle la oportunidad de disfrutar de todo lo que ofrece Los Ángeles, desde partidos hasta montar en caballo. Aún así, a Jack no le place exactamente que su hermana prolongue su visita … Y para aumentar el estrés de Jack, las cosas no marchan demasiado bien en su agencia de publicidad. Su principal cliente, Dunkin Donuts, exige que Jack fiche a Al Pacino (Al Pacino) para un nuevo anuncio Dunkaccino. Jack se rompe la cabeza pensando cómo conseguir a Pacino, ¿acaso hace anuncios el actor? Su búsqueda se complica aún más cuando se entera de que el famoso actor sufre ataques de pánico y está perdiendo la cabeza. Tras encarnar a tantos personajes, el actor empieza a confundir la realidad con sus papeles y se comporta de formas cada vez más erráticas. Cuando Jack lleva a Jill a ver a los Lakers, se acerca a Pacino para proponerle lo del anuncio pero se queda de piedra cuando descubre que a Pacino le interesa mucho más conversar con Jill. Resulta que Jill le recuerda a Pacino todo lo que él dejó atrás: su casa natal en el Bronx, su infancia, y para Pacino, que se está preparando para interpretar a Don Quijote en el teatro, la conexión encaja y cobra sentido. Ahora que comienza a confundir la realidad, resulta que Jill ya no es la hermana rara de Jack… es Dulcinea, el amor idealizado de Don Quijote y Pacino deberá conquistar su amor para cumplir su cometido. Pero Jill no está interesada, aunque Pacino no se rendirá fácilmente. A pesar de no haber sido invitado se planta en la fiesta sorpresa de cumpleaños de Jack y Jill, y se la lleva a su casa para disfrutar juntos de una fiesta privada. Pero Jill sigue sin morder el anzuelo, echándole más leña al fuego de la pasión (y la locura) de Pacino. No queda claro quién está más enfadado: Jill, por la experiencia, Jack, que cree haber perdido la oportunidad de fichar a Pacino, o el propio Pacino, perdidamente enamorado de Jill. Ahora para Jack, cambian las reglas del juego: deberá convencer a Jill a quedarse más tiempo y a darle otra oportunidad a Pacino. Esa decisión pone en marcha un sinfín de alocados sinsentidos que le revelarán a Jack quiénes son, y siempre han sido, las personas más importantes de su vida.