¡HARKA!

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    Titulo original: ¡Harka!
    Año: 1941
    País: España
    Duración: 75 min.
    Dirección: Carlos Arévalo
    Guión: Luis García Ortega
    Música: Maestro Azagra

    Intérpretes

    Luis Peña, Alfredo Mayo, Luchy Soto, Raúl Cancio y Luis Peña padre

    Sinopsis

    Después de ser diezmada una harka (destacamento de marroquíes mandados por españoles que se utilizan como fuerza de choque), el mítico capitán Santiago Balcázar (Alfredo Mayo), que monta un caballo blanco, que rechaza todos los permisos y que nunca ha tenido novia, va a ver a uno de los jefes enemigos y, extrañamente, le convence de que le de hombres para luchar contra sus propias fuerzas. Mientras tanto llega el teniente Carlos Herrera (Luis Peña), procedente de la legión, para incorporarse a la harka, y no tardan en hacerse muy amigos. Dado que el capitán Fernando peña no consigue ningún permiso, su mujer viaja hasta Tetuán para verlo, pero antes le mata una bala perdida. A Carlos Herrera le toca dar la noticia a la familia y se enamora de amparo (Luchy Soto), la hermana de la viuda, que la ha acompañado. Cuando va de permiso a Madrid fijan la fecha de la boda, pero a su regreso a la harka, Santiago Balcázar le monta un número de celos en un cabaret, diciendo, entre otras cosas, que ahora se dedicará a vivir bien y que pronto el uniforme no será más que un trasto en el armario. A pesar de todo, Carlos Herrera se va a Madrid y se dedica a divertirse con su novia pero cuando, poco después de encontrarse con su uniforme en el armario, se entera de que la harka ha sufrido una emboscada y ha muerto su amigo Santiago Balcázar, abandona a su novia y se vuelve a África, para seguir luchando junto a los marroquíes y contra ellos. Carlos Herrera acabará rompiendo la foto de Amparo mientras saluda a los nuevos oficiales que se incorporan a la harka.

    Comentario

    Primera película de Carlos Arévalo, que ayudó a la consagración de Alfredo Mayo como el actor que siempre encarnaba las virtudes más heroicas del ejército. El filme se rodó en Marruecos y conserva un cierto tono documental, haciendo una típica exaltación de las virtudes castrenses frente a la comodidad burguesa y, en una doble lectura, se puede descubrir una cierta apología homosexual, que pasó desapercibida a los censores del momento.