Intérpretes
Sinopsis
Prólogo en el cielo. A través de un arcángel (Werner Fuetterer), Mefistófeles (Emil Jannings) pide permiso para tentar al doctor Fausto (Gösta Ekman), seguro de que le hará perder el alma. Dios le concede la oportunidad, pero se la concederá asimismo a Fausto para redimirse. El doctor Fausto, eminente hombre de ciencia a la vez que filántropo querido por todos, lucha contra la epidemia de peste que asola su ciudad natal. En el momento de mayor desesperación ante la inutilidad de los esfuerzos y de su ciencia, se le presenta Mefistófeles y le ofrece un pacto, devolverle su juventud y disponer de toda la sabiduría a cambio de disponer de su alma para toda la eternidad. Tras muchas vacilaciones propone el doctor a su vez el pacto, como prueba, por un solo día. Mefistófeles acepta y Fausto logra curaciones maravillosas y ahuyenta definitivamente la epidemia. Pero cuando la gente se entera que su bienhechor está aliado al demonio, intentan lapidarle. Fausto le dice a Mefistófeles que quiere revocar el pacto, más como el plazo previsto aún no ha concluido, el diablo le conduce, sobre su capa, a través de muchos países, presentándole riquezas y felicidad. El viaje concluye en Parma, donde Fausto se enamora de la bella Duquesa (Hanna Ralph) y es correspondido por ella. En su delirio apasionado se olvida del pacto que firmó con su sangre. Vuelve Fausto a su ciudad natal convertido en alguien rico e importante. Conoce a Margarita (Camilla Horn) e inicia con ella un idilio que trae funestas consecuencias. Guiado por Mefistófeles, Fausto da muerte a Valentín (William Dieterle), el hermano de su amada y la madre de Margarita (Frida Richard) muere de dolor. Margarita queda arruinada y se convierte en mendiga. Da a luz un niño, hijo de Fausto y lo cubre con el manto de la nieve que en su delirio toma por una cuna. El niño muere y, acusada de infanticidio, es condenada a morir en la hoguera. Mientras espera en la cárcel el cumplimiento de la sentencia, se vuelve loca. En el último instante Fausto llega al lugar de la ejecución y se lanza entre las llamas para salvarla, sin importarle perder la eterna juventud que Mefistófeles le había prometido. Margarita le reconoce y vuelve a la razón. Unidos en sus instantes postreros y purificados por el sacrificio, los dos ascienden al cielo, vencedores del demonio, para llegar a la presencia de Dios.